CAPÍTULO 38

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—Creí que los mensajes habían parado.
— Y-Yo igual.
Me levanté del regazo de Shawn y él también lo hizo. El sujeto nos había visto, ¿Me siguió? ¿Cómo? Y la pregunta que me he estado haciendo todo este tiempo ¿Porqué?
— Shawn, tengo miedo.
No pude más y mis lágrimas salieron sin cesár.
Creí que todo esto ya habia acabado, pero ya veo que no.
Me aferré a Shawn, sus brazos me sostenían como si no quisiera soltarme y yo no quería que lo hiciera.

— ¿Didi? ¿Estás bien?

Los chicos habían llegado; en cuanto mi hermano me vió llorar soltó los palos de entre sus manos y corrió hasta mí para estrujarme entre sus brazos.

—¿Qué tienes?
—Él está aquí.
Escondí mi cara en su pecho para seguir llorando, solo quería irme.
—¿Él? ¿Él quién?

Mi compañero de sangre me alejó un poco de él para que pudiera mirarlo a los ojos pero no podía, mi vista estaba borrosa.
Shawn le pasó mi celular y Emi se dispuso a leer mientras que Ryan ahora venía a reemplazar su lugar.

—¡Ese infeliz! ¡Hay que largarnos de aquí, ya!
Mi hermano junto con Shawn empezaron a guardar las cosas. Benito, que hasta el momento no se me había acercado, pasó a nuestro lado y recogió su mochila.
—Tessa— Ryan me susurró al odio y alcé mi vista para poder verlo bien.
—Todo estará bien.
—No entiendo qué quiere de mí.
—No importa, no nos quedaremos a averiguarlo ahora. ¿Cómo habrá conseguido tu número?

Y fue ahí que mi cerebro formuló una pregunta que nunca antes me había hecho.
¿Shawn como consiguió mi número?
El día que fuimos a la feria el me llamó y yo nunca se lo dí.
¿Shawn? No, eso es algo absurdo.

Absurdo solo lo incuestionable.

—¿Shawn?
Me alejé de Ryan y caminé hasta su hermano.
—¿Sí?
—¿Cómo conseguiste mi número?

Emi y Benito dejaron de hacer lo que hacían para poner atención a lo que decíamos.

—¿A qué te refieres?
—A eso, ¿Cómo conseguiste mi número? Yo nunca te lo dí.

Mi voz salió un poco brusca y Emi se acercó hasta mí.

—¿Didi, de que estás hablando?

Shawn no había hablado hasta el momento pero se notaba nervioso.

—Emi, el día de la feria Shawn me llamó pero yo nunca le dí mi número, ¿Cómo lo consiguió?
—¿Estás insinuando que él es el que manda los mensajes?
Mi hermano frunció el entrecejo y sujeto a Shawn por el cuello de la camisa.
—No, no. Yo nunca haría eso.
Habló rápidamente, el estar en esa posición no era de su agrado.
—Entonces habla.
—Yo robé su número del celular de Ryan.
Todo eso lo dijo mirándome a los ojos.
—¿Porqué?
—Porque me gustas.
Por instinto miré a Benito pero él solo veía a su hermano sin ninguna expresión en su rostro.
—¡¿Qué te gusta ella?!
Mel salió de la tienda. Iba a empezar a reclamarle a Shawn pero decidí hablar.
—Mel, no estamos como para soportar tus gritos en este momento, así que guarda tus cosas que nos vamos.
—¡¿Mis gritos?! Tú escúchame, siempre me has quitado todo lo que yo quiero y debía soportarlo pero ya no; es hora de que...
No pudo terminar de hablar porque Benito hizo presión en alguna parte de su hombro haciéndo que se desplomara en el suelo.
—Ahora, larguemonos de aquí.
Cuando tuvimos todas las cosas guardarás emprendimos un viaje de regreso a la civilización mientras Shawn cargaba a Mel.

Un aullido se escuchó a lo lejos causándome un escalofrío por toda la espalda.
Benito pasó su brazo por mis hombros, alcé mi cara para verlo pero el seguía sin mostrar expresión alguna.
Debió ponerse celoso por qué me vió abrazando a Shawn o simplemente quiere terminar con esto como yo; hablaría con él cuando estemos en casa sanos y salvos. Ahora que lo recuerdo, no he hablado con mis padres; volviendo les contaré todo lo que ha pasado.

—Esperen un momento, ya no puedo seguir cargando a Mel.
Shawn la bajó con cuidado y la colocó en el suelo.
—Yo puedo cargarla.
Se ofreció Benito, lo cuál me sorprendió un poco pero todo por salir de aquí rápido.

—Tessa, ¿Hablamos?
Asentí ligeramente y me acerqué un poco más a Ryan para poder conversar tranquilos.

—Sé que esto está de locos pero necesito decirte algo con respecto al los mensajes.

— ¡Suelta el arma!
Los gritos por parte de Emi hicieron que toda nuestra atención se pusiera en lo que estaba pasando y la charla quedara en el olvido.
— ¡Suelta eso!
Escuchaba los gritos de mi hermano, veía todo como si fuera en cámara lenta, mi gemelo logró quitarle el arma pero había sido demasiado tarde.

— ¡Didi!
Y sin más sentí como mi cuerpo cayó al suelo golpeándome con una roca.

Solo quería irme.

LOS TRILLIZOS MENDES©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora