CAPÍTULO 14

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Entré a mi casa y cerré la puerta tras mí, mis padres estaban viendo una película en la sala, solo les dije un "buenas noches" y subí a mi cuarto para descansar.

—Mi bella señorita no podrá escapar de mí, nunca— otra vez esa voz. Estaba en una casa a oscuras pero sabía que era vieja por el sonido que emitía la madera del suelo, no podía ver por donde iba, solo corría sin lugar al cual refugiarme.

—¡Largo! ¡Déjame en paz!— gritaba a alguien aunque no sabía dónde se hallaba esa persona.
Me agarraron de los brazos y sentía un gran peso sobre ellos, los movía, de eso estaba segura pero se sentía como si no lo hiciera.

—Didi, tranquila— escuchaba las voces de mis padres junto con la de mi gemelo alejadas, trataba de enfocarlos sobre la oscuridad pero mi intento fue fallido, no logré verlos por ningún lado; seguía viendo oscuro y escuchaba pasos acercándose a mi posición.

Estaba petrificada aunque sabía que podía moverme. Sus ojos me veían con malicia y se oscurecieron tanto que daba más miedo que el mismísimo Jason de viernes 13.

—¡Didi!— me levanté rápidamente de la cama quedando sentada, mi respiración era rápida, toda yo temblaba y sudaba cual cerdo en matadero.
Mis padres me abrazaron por ambos lados y mi hermano acariciaba mi pierna sobre la manta.

—¿Te sientes mejor?

Ya estábamos en el desayuno, después de la terrible noche que pasé mi madre se quedó conmigo en mi habitación por si tenía otra pesadilla pero gracias que no fue así.
—Sí, solo fue otra pesadilla.
—¿Qué es lo que sueñas?— interrogó mi hermano.
—No lo sé. No lo recuerdo— mentira, si sabía muy bien lo que soñaba, eso es algo que siempre he tenido, mientras muchos solo recuerdan una cuarta parte de su sueño, yo los recuerdo todos y todo lo que pasa en el.

Esa voz que atormentaba mi sueño era tenebrosa pero no era igual a la verdadera, eso era lo peor, que no sabía si el sueño era solo eso, un sueño o si podría llegar a ser verdad.

—¿Quieres ir al parque?— me preguntó Emilio. Ya habíamos terminado de desayunar nuestro cereal con leche y ahora estábamos sentados en la sala sin hacer nada
—Sí, vamos— nos levantamos de los cómodos sofás y caminamos hasta llegar al lugar verde y fresco con niños jugando y riendo.

—¡No, deja mi helado!— corría lejos de mi hermano que querías robarme mi helado.
—Tu tiraste el mío, ahora dame el tuyo— eso no era cierto, habíamos comprado los helados pero él se distrajo por ver a una "chica" y se tropezó haciendo que tirará su helado de chocolate, un desperdicio de delicia

Me alejé lo más que pude de él y me recargue en un árbol, cuando creí que lo había perdido de vista me senté en el brilloso tapete verde.

—¡Bu!— apareció por un lado y me gritó en el oído, y ahora, ya no tengo helado
—¡Mi helado!— le pegué en el hombro. Nadie debe meterse con lo que sea mío y mucho menos si se trata de un delicioso helado de chocolate con almendras encima.
—Estamos a mano— iba a repetirle por enésima vez que no fue mi culpa pero lo veía absurdo el tratar de explicarle algo al cabeza hueca que tengo por hermano.

Se sentó a mi lado y reposamos las cabezas sobre el tronco viejo y duro. Podía sentir un aire fresco y delicioso en el ambiente, escuchaba pájaros cantar y sus aleteos en las ramas de los árboles.
No sabía muy bien que pasaba a mí alrededor, solo sentí la mano de mi hermano sobre la mía.
Emilio y yo tenemos una buena relación, como todos, peleamos pero siempre volvemos a ser los mismos que se quieres y se apoyan entre sí, no importa el qué, sé que siempre podré contar con mi compañero de vientre.

Volviamos a casa con paso lento, ya era de noche, nos habíamos quedado dormidos bajo el árbol por muchas horas, de milagro y no nos robaron. Nuestros padres deben estar preocupados.

Llegamos a casa y nos adentramos en ella.

—Mamá, ya llegamos— hablé al no verlos pero se escuchaba la tele encendida así que fuimos hasta la sala.
—Mamá, ya estamos aquí— estaban viendo alguna película a blanco y negro. Les hablé para que me pusieran atención pero solo recibí con un sonido de garganta hecho por mi padre. ¿Preocupados? Para nada.

Subí a mi cuarto para darme una ducha, debo tener hojas en mi cabello; el agua caía sobre mí, se sentía tan bien una buena lluvia artificial en estos momentos, lavé mi cabello con shampoo y como lo supuse, tenía basura en el. Salí de mi baño y me coloqué mi pijama rosa con unicornios.

Me aventé en la cama boca abajo y mi celular empezó a emitir una canción de Ed Sheeran dándome a entender que era una llamada, lo agarré de la mesita donde lo había puesto y contesté sin ver el número.

—Morirás en 7 días.

LOS TRILLIZOS MENDES©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora