CAPÍTULO 6

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—¿Estás bien?— Shawn me mira detenidamente— Pareces algo... ¿Preocupada?— y era cierto; mi mano estaba temblando, mi estómago se empezó a contraer y empecé a sudar
—Sí, sí, estoy bien— guardé mi celular en el bolsillo trasero de mi pantalón
—Creo que debemos volver con los chicos— asintió. Caminamos de vuelta a la banca con los chicos, estaban adentrados en alguna conversación sin sentido que ni siquiera se dieron cuenta de que ya habíamos llegado a su lado.
—Y entonces Didi, se orinó en los pantalones, justo en la sala del cine. Todos soltaron una enorme carcajada que se podía escuchar a varios kilómetros. Mi cara se volvió colorada y mis ojos se encontraban abiertos junto con mi boca. No podía creer que se los haya contado. ¡Emilio está muerto! —Oh, hola, Didi.
—Oh por dios, Teresa— Nash tenía unas cuantas lágrimas de tanto reír en sus ojos azules que ahora resaltaban un poco más— Nunca me contaste sobre eso.
—En primera, tenía diez años, y en segunda, era una película de terror, a cualquiera le pudo pasar— traté de excusarme.
—Si, si, como digas, Didi— habló Benito ¿No podía quedarse callado?
—Podemos hablar de otra cosa— traté de cambiar el tema.
—Si, mejor, hablemos de otra cosa.
Me ayudó Shawn, volteé a verlo y me dió una sonrisa amplia
—Bien. ¿Quieren regresar a la casa para ver una película?— Emilio dijo no muy convencido.
—Vamos— agarré de la mano a Shawn y lo arrastré conmigo para que caminara.
Regresamos a la casa, Shawn y yo entramos, aún faltaban los demás por llegar.
Me senté en el sofá a esperar a los chicos para que decidiéramos que ver, Shawn se sentó a mi lado.
Los chicos entraron y decidimos ver "Harry Potter y el Prisionero de Azkaban", al parecer los trillizos tienen una cierta fascinación por la saga.
—Voy por la palomitas— me levanté y fui a la cocina, por suerte teníamos el maíz para prepararlas en microondas; cuando estuvieron listas las coloqué en tres tazones diferentes y a la mitad les puse picante.
Regresé y me senté en donde ya me encontraba hace unos minutos; Shawn pasó su brazo por el respaldo del sillón.
Nash y Emilio compartían palomitas, Ryan y Benito tenían su tazón, y Shawn y yo las compartíamos.

Iba a mitad de la película cuando me llega un mensaje.

Cariño, no vamos a llegar
para la noche. Salió un
imprevisto y tendremos
que quedarnos en un hotel.
Los chicos se quedarán
con ustedes, hay cuartos
de huéspedes, asignales
uno a cada quien.

                                         Ok, mamá, Cuídense.

—Chicos— todos voltearon a verme.
—Nuestros padres no llegarán a dormir, tendrán que quedarse aquí.
—¡Pijamada!— gritó Ryan— ¿Nash puede quedarse?
—Amm... No lo sé. Solo si él quiere. Bajé la mirada para verlo ya que él estaba sentado en el suelo.
—Claro, solo le aviso a mis padres. Saca su celular y empieza a teclear, después de unos segundos lo guarda
—Dicen que está bien, siempre y cuando sea contigo— alcé una ceja
—Ok, acabo de escucharme y eso se escuchó raro, pero sabes lo que quise decir.
Continuamos viendo la película hasta que les dió hambre y tuve que ordenar una pizza.
—Hawaiana.
—No, de jamón.
—Mejor que sea de champiñones.
—Chorizo.
—Salchicha.
—Cállense todos, yo la pediré de lo que yo quiera, y yo quiero pepperoni. Todos hicieron una mueca pero no me importó.
Después de unos minutos tocaron el timbre, supuse era la pizza.
—Teresa ve a abrir.
—¿Y yo porqué? Ve tú.
—Porque yo soy el mayor y digo que vayas tú. Así que abre porque me estoy muriendo de hambre.
Me levanté del sofá— Solo para que lo sepas eres mayor por 56 segundos. Rodó los ojos.
Abrí la puerta y en esta se hayaba un chico alto y moreno, llevaba una camisa y gorra con el logotipo de la pizzería.
—Serian 4 con 75— me tendió la pizza
—Gracias— le dí el dinero exacto.
—Si no tienes con quien comerla puedo pasar.
—Lo siento pero ella ya tiene con quién comerla—pasaron un brazo por mis hombros— Así qué... Jack— leyó el nombre del tipo en su camisa
—Mejor vete a hacer tu trabajo y no coquetees con chicas que tienen novio.
Le cerró la puerta en la cara. Volteé a verlo y Benito tenía una sonrisa de autosuficiencia en su rostro. Sacó una rebanada de pizza de la caja, se dió media vuelta y regresó a la sala. ¿Y a este que le pasa?
—Aquí está la cena— alcé la caja cuando entré a la sala.
—Ya era hora— los chicos se acercaron y agarraron rebanadas dejándome solo una para mí. Ni que estuviera a dieta.
Ni siquiera tomaron refresco, agua o algo, solo se la comieron y siguieron viendo la televisión. Neardentales.

Ya se había hecho de noche, habíamos terminado de ver la película y ahora quería dormir.
Les asigné una recámara a cada quien como mi madre me lo había pedido. Fui a mi alcoba, tomé una ducha rápida y refrescantes y con eso salí para vestirme con mi pijama azul cielo y acostarme a dormir.
Mis ojos se estaban cerrando cuando mi celular vibra sobre la mesita que tengo a mi lado. Lo agarro y lo desbloqueo.
Otra vez un mensaje de un número desconocido.

¿Dormir en una casa
donde solo hay chicos?
Eso no es de señoritas.

LOS TRILLIZOS MENDES©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora