Final

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El frío del lugar y su húmedad en el techo hacía ver el lugar bastante tétrico. Aún no puedo creer que mi hermana haya terminado en este lugar.
El doctor Ramírez camina junto a mí por el pasillo con una gran lámpara larga parpadeante en la pared.

—Bien, joven Emilio, puede ver a Teresa pero solo por 30 minutos.
Asentí, el doctor me abrió la puerta del cuarto y entré. Mi hermana estaba sentada en una cama fría cubierta de sábanas con un mal olor. Había una pequeña ventana a lo alto donde entraba un pequeño reflejo de luz y una tele en la esquina con un vaso de agua encima.

—¡Emi!— se paró rápidamente y, con su deslumbrante sonrisa, me abrazó.

—Hola— mi voz sonó un poco apagada

Me senté en una silla frente a la cama y ella frente a mí.

—¿Qué me has traído?

Sus ojos brillaron al ver que tenía algo en mi mano hecha puño.
—Sí, es una pulsera.

Le coloqué el cordón azul con pequeñas piedras en ella en su muñeca.

—Gracias.

Verla feliz me hacía feliz, quisiera que en verdad lo fuera y no solo que lo fingiera.
—¿Y mamá? ¿Papá? ¿Y Mel?

Solté un suspiro ahogado, preparándome para poder contarle la historia de nuevo.

—Didi, ya te lo he dicho varias veces. Mamá, papá y Mel murieron hace 7 años.

—¡No! ¡No! ¡Tú... Tú mientes!

Se empezó a alterar, justo lo que no quería, no quiero esto para ella.

—Didi, porfavor. Didi, tranquilizate, porfavor— Mis intentos por querer calmarla eran en vano y me estaba desesperando— ¡TERESA! ¡CÁLMATE, YA!
Sus ojos demostraron terror, pero al menos logré que dejara de gritar.
—Pero yo la ví, vino a verme.

—Didi, recuérdalo.

—No, mamá no puede dejarme, ella debe leerme cuentos antes de dormir, papá debe llevarme por helados todos los viernes, y Mel, Mel no puedes dejarme, es mi gemela, mi mejor amiga.
Ver a mi hermana menor así me rompe el corazón.

"El famoso cantante canadiense, Shawn Mendes, en concierto este Diciembre, adquiere ya tus boletos"
La tele llamó y me quitó la atención de mi hermana.

—Didi, Didi.
Sacudió un poco su cabeza alejando su vista del televisor para verme a mí de nuevo.
—¿Cómo pasó?
—Didi, tú..., Tú incendiaste la casa mientras ellos dormían.

—Joven, Emilio, es hora de retirarse.
El doctor me dedicó una sonrisa de lado, e inmediatamente me levanté de la silla para luego salir de la habitación llena de tristeza. La puerta fue cerrada con llave y mientras caminaba de regreso con el doctor por el oscuro pasillo, golpes y gritos se escuchaban desde el cuarto al que anteriormente había entrado.

Ella se había ido.

LOS TRILLIZOS MENDES©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora