Capítulo 81: Omegas en apuros

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Para Adler, llevar a los niños a la escuela cada día cambió de significado.

Incluso los niños, su propia hija incluida, protestaban ante las prisas que les metía cada mañana para que se desayunasen y vistiesen.

Llegaban siempre de los primeros.  Él conversaba con otros criados, que no se juntaban con los padres, los cuales conformaban su propio y bien definido grupo. 

Mientras los niños jugaban con la peonza, el juguete de moda, él miraba hacia todos lados. 

Pero ni una pista de Hermann.

Hasta el décimo día. Se despidió de los hijos de sus empleadores y abrazó a su pequeña.

Y se dirigió hacia la casa.  Gotas de lluvia caían por el paraguas gris que llevaba y aceleró el paso.

Fue entonces cuando el instinto le dijo que alguien le seguía.

Se detuvo.  No llevaba más que algunos peniques y el relicario con las fotos de su hijo mayor y su esposo.  Eso sería poco botín...

-¿Desde cuándo me temes?

Esas palabras, esa voz, se llevaron el miedo y la ansiedad como las alcantarillas se llevaban el agua.

-Hermann -pronunció su nombre con un marcado acento alemán que casi había olvidado tener.

-Llevo años buscándote, omega -dijo Hermann y abrió sus brazos.

Y Adler corrió hacia ellos, buscando el refugio a los miedos y los traumas de tantos meses separados.

Su alfa.  Su alfa estaba allí.

-Me quede embarazado ese día en el campo de concentración, en Londres me puse de parto y alguien se llevó a nuestro hijo mayor...

-Lo encontraré.  Reuniré a toda la familia.  Todo irá bien a partir de ahora.

Adler levantó la cabeza ofreciéndole su boca y Hermann le besó con pasión, acariciando su lengua y sus mejillas desde el interior.

-Dios mío, te necesito...

-Y yo a ti, pero tengo prohibido llevar parejas a mi habitación.

-Y yo estoy alojado en una pensión y tú te mereces un palacio.  Necesito un trabajo, una casa, arreglar todo.

-La guerra fue...

-La guerra se ha acabado.

-Pero no sus consecuencias.

-¿Tienes dinero?

-No, pero me voy defendiendo.  Hago trabajos eventuales y con eso voy logrando pagar mi cuarto y comer.

-Tengo algunos ahorros. Necesitarás un traje bueno si quieres pedir trabajo...

-Adler, mi amor, necesito volver a sentirme un alfa.

-De acuerdo.  -Adler le miró – No quiero que te vayas.

-Debo hacerlo y tú trabajar.  Mañana nos vemos aquí, a la misma hora.



Hermann se alejó acallando su instinto de agarrar a su omega y llevárselo con él.

Tenía que controlarse...

Entonces vio un papel colgado una pared.

Una fábrica de armas iba a dedicarse a conservas y buscaban personal.

Parecía una buena idea. 





-Papá, ya es tarde -Faith despertó a Niall meneando sus hombros – Son Las ocho y media, ¿no vas a acompañarme a la escuela?

Niall parpadeó.  No era alguien que doliera dormirse pero últimamente estaba muy cansado.

Salió de la cama de un salto y la habitación comenzó a girar.

-Papá, ¿estás bien?  Estás blanco...

Niall corrió al baño y vacío su estómago en el inodoro.  La boca le sabía a bilis y se cepilló rápido los dientes.

Quizás todos tenían razón y debía tomarse un respiro, pensó mientras se vestía.

Se esforzó para abrochar los pantalones.  También Faith habia crecido pero a él no le hacía gracia engordar.

Ahora no podía pararse a pensar en esas cosas.

-Vámonos a la escuela.

Acendrado ||Narry||Ziam||Omegaverse|| Historical-Fiction||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora