Días difíciles

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Craig Tucker PoV

–El chico, es Tweek Tweak, ¿verdad?

–S-si...

–Asi que si fue él. Sus padres, murieron hace unas semanas atrás en un robo. No sé que vaya a pasar con él.

–Voy a cuidar de él.

–Craig, no te digo que no lo hagas, pero, ¿porqué?

–Por mi culpa le pasó eso. No lo entenderías, además... Es la persona que más me importa en mi vida.

–¿Es tu pareja?

–Sí.

–Cielos —Suspiró— No lo esperaba, mucho menos viniendo de tí.

–No me gustan los hombres mamá, me gusta él, y sólo él.

–Es por eso que lo digo, me sorprende que lograra eso contigo. Tú nunca te interesaste por nadie, a pesar de que muchas chicas, incluso unos chicos, te buscaron. Él debió ser especial...

–Lo fue mamá, me dió trabajo, me dió su amistad, me dió todo lo que quería.

–Vamos a dejar esto sólo entre nosotros, ya sabemos que tu padre puede ser algo inmaduro con esto. ¿Te puedo preguntar otra cosa?

–Claro mamá.

–De entre tantas personas fue él, ¿lo recordabas?

–¿Recordarlo? No entiendo.

–Cuando ustedes tenían eso de 7 u 8 años, eran amigos. Yo solía frecuentar a los padres de Tweek, inclusive trabajé para ellos. En esa época tú estabas en el grupo de esos 4 malcriados; Kyle, Stan, Kenny y Eric. Pero tú solías estar junto a Tweek, que era de otro grupo. Fue el único chico con el que te llevabas bien.

–Entonces ya los conocía...

Finalmente había terminado esa incógnita. Por eso conocía a Stan, por eso sentía que había vivido eso antes. No recordaba con muchos detalles todo eso, era un niño pequeño.

–Quiero que me cuentes todo lo que pasó —Dijo mamá.

–Bien, es algo largo, pero seré breve.

Kenneth McCormick PoV

Un mes más.

Mi deber ya no era preocuparme por Stan, tampoco servir como ojos de Pip, mucho menos preocuparme por Damien, todo se había acabado.

Debería estar feliz, había perdido un peso de encima. Era verdad, llevé por muchos años el castigo con Damien, pero para mi tristeza no era lo único que había pasado. Pip murió. Entregó su vida para llevarse consigo a Damien. Sin embargo murió feliz, me dijo que al final pudo tomar una buena desicion, hizo lo correcto. En cuanto a Clyde... Quisiera poder decir que pasó lo que él quería, pero no era así. Murió miserablemente, demorando a Damien, evitando que fuera donde Tweek.

A pesar de todos esos golpes que recibió, permaneció con vida por un lapso de tiempo, alcancé a llevarlo a un hospital. Estuve con él todo el tiempo, esperando noticias positivas.

El diagnóstico no era muy bueno, pero quería tener fe en su recuperación. Costillas rotas, piernas y brazos destrozados, traumas en el cráneo, sangrado interno, cortes profundos y fracturas en su cuello. Tenía que ser intervenido, y sabría que lo único que lo sacaría de la muerte era un coma inducido. Sin embargo no fue necesario, nos dejó antes de tiempo.

Recuerdo la escena. Estaba sentado en la sala de espera del ala de urgencias. Estaba nervioso, esperaba noticias positivas acerca de Clyde. Estaba sólo, no había nadie más en ese momento, el silencio y la quietud me tenían angustiado.

Pasaron minutos, incluso horas. Mucha gente entraba a la sala donde estaba el castaño, pocos salían, tenía una pequeña esperanza de que todo saliera bien, la cual se derrumbó fácilmente.

Salió un doctor de la sala, su bata estaba bañada en sangre, y su mirada baja, con notoria decepción. Lo habían mandado a dar la noticia,

–Chico, ¿tú venías con Clyde Donovan?

–Si... Él ¿como sigue?

Estaba tan nervioso que no me percataba de todo. Solamente viendo a través del recuerdo es que noté la obviedad del momento. Pero allí, en ese preciso instante alcancé a soñar, a pensar que podría salir de esa mierda y seguir con su vida.

–Lo lamento... Falleció.

Mis esperanzas murieron en ese momento. Por mi culpa él tuvo que dar su vida.

Pasaron los días, tuve que darle el doloroso anuncio a su padre, el cual no sólo había perdido a su esposa hacía unos años, sino que ahora también tenía que ver como la vida de su hijo se apagaba. Dos ángeles en el cielo, viendo su soledad.

Estuve en el funeral, y me quedé hasta el último momento. Incluso después de que su cofre fuera cubierto con tierra me quedé allí. Todos se alejaban, con lágrimas en sus ojos, con impotencia, no era cualquiera el que había muerto; era un chico alegre, uno que iluminaba en la oscuridad con su sonrisa, un chico que siempre estuvo dispuesto a ayudar a un amigo, y fue eso, un gran amigo.

Tras acabar la ceremonia sólo quedamos dos personas, Bebe y yo.

La rubia lloraba desconsolada sobre la tumba de su amigo. No dejaba de maldecir a la vida por quitarle a alguien que merecía todo lo bueno que fuera posible. Fue dicha escena la que terminó de matarme con el peso moral. Acabé con una familia, arruiné una amistad, y por mi descuido apagué la vida del muchacho más alegre de la escuela.

Sólo me quedaba estar ahí, calmar los sentimientos que desencadenó el adiós de Clyde.

Pero aún así, la culpa era tanta que en ocasiones sólo pensé en suicidarme y darle fin justamente a esta vida de mierda. Después de todo, con Damien muerto era posible que ya no reviviera cada vez que moría. Sin embargo, no podía dejar a Karen, mi hermanita, sola. Ella era la única razón que me quedaba para seguir viviendo, y sería ella y sólo ella quien empujaría mi vida para alargarla lo más que pudiera.

Y así llegamos al punto de mi vida en que no sabía que propósito cumplir. Sí, debía estar por Karen, pero, cuando ella consiga su independencia, ¿que será de mí? Y tal vez recoger mis huellas, ayudar a resolver los problemas que provoqué. Ser alguien más que el desastre que era ahora, quizás así tendría más motivos de vivir.

Azabache de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora