Él volvió

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Kenneth McCormick PoV

Estaba con Bebe, comiendo algo, conversando un poco, conociéndonos más. Fue entonces que recibió el mensaje del azabache, "Tweek despertó". Por las lágrimas en sus ojos pude entender lo feliz que le hacía recibir esta noticia, uno de sus amigos sí se había salvado.

Para no tardar tanto le dije que tomáramos un taxi, yo lo pagaría a modo de favor personal. Rápidamente nos subimos al primero que tomó el servicio y tomamos rumbo al hospital.
Ella estaba nervioso, yo algo inquieto. Habían paso dos meses y unos cuantos días más, y en todo ese tiempo no había vuelto a ver a Tweek. Realmente más que Tweek era Craig, no quería verlo en realidad, no confiaba del todo en él.

Llegamos rápidamente al hospital, Bebe salió corriendo, vio a Craig en la entrada y se lanzó a él. Pagué la tarifa del taxista y luego me acerqué a esos dos.

Cuando vi a Craig empecé a sentir algo extraño, pues la cara que tenía no se veía para nada feliz, lo cual era extraño, tanto tiempo esperando a Tweek ¿y ahora que había despertado no estaba feliz?

Bebe lo abrazó, habló con él un poco. Yo miraba distante, esperando que podía pasar, fue ahí cuando Bebe me dijo que subiera a la habitación de Tweek, indicándome el piso y el número de la habitación.

No puse trabas, los dejé allá, emprendí el camino dentro del hospital y me anuncié como visitante para Tweek.

Caminé hacia un ascensor, presioné el botón, y una vez que bajó ingresé a él, eligiendo el piso al que iba, el quinto. Este cerró sus puertas y empezó a elevarse con lentitud, parecía eterno el trayecto.

Empecé a sentir algo extraño, una inquietud que invadía mi cuerpo, una sensación de que algo iba a pasar.

El ascensor estaba sólo, nada más estaba yo, y el reflejo de los espejos a cada lado, izquierdo y derecho. Sin embargo, era como si alguien más viajara conmigo, pero aún sin saber de quién se trataba.

A medida que subía de planta, sentía una presencia atras de mí, que cada vez se hacía más y más fuerte, sólo quería salir de ahí, me sentía mal.

Fue llegando al quinto piso que empeoraron las cosas.

Las luces se apagaron, empezó a brillar de manera intermitente el botón rojo de emergencias, y un extraño sonido de golpes invadió la parte superior del ascensor. ¿Que mierda estaba pasando?

Empecé a preocuparme, presionaba el susodicho botón de emergencias, pero parecía que no servía para nada, era inútil. Se me ocurrió sacar mi celular, y hacer una llamada a Bebe para que hablara en la recepción del problema, pero la desgracia seguía conmigo. Encendí la pantalla y la miré, no tenía señal. Resignado la volví a apagar, no sin antes ver un tenue reflejo tras de mí, el cual me petrificó.

¿Era real? ¿era mi imaginación? acababa de ver alguien de pie atrás de mí. No, no era posible, estaba sólo desde un principio, era imposible que alguien hubiera subido al ascensor y no me hubiera dado cuenta.

Quizás era sólo mi imaginación, una sugestión mental debido a los nervios que me invadían. Sí, tenía que ser eso, no había otra explicación.

Sin embargo.

–Kenneth, McCormick.

–¡Ah!

¿Escuché bien? Acababan de susurrar mi nombre, lo pude oir con claridad.

Casi al instante volvió la energía al elevador, y al mirar los espejos pude notar que efectivamente estaba sólo, no había nadie. Seguidamente se abrieron las puertas, sin darle rodeos al asunto salí de ahí, no sin antes ver cómo se cerraban las puertas de este.

Azabache de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora