SEGUNDA PARTE

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No me creo que esté de nuevo aquí. Parece que ha pasado muchísimo tiempo. Parece como si hubiera terminado un curso y este fuera ya mi segundo, sin embargo, no lo es. Solo se trata de un nuevo cuatrimestre. He pasado la fecha de exámenes, los he aprobado todos y ahora viene todo nuevo otra vez. He estado mirando las nuevas asignaturas y más o menos he retenido mi nuevo horario en la cabeza. Ahora que recorro estos pasillos, me doy cuenta de que en parte los he echado de menos.

Cuando paso por al lado del servicio, me freno de golpe. Miro hacia la puerta y decido entrar. Huele a productos de limpieza. Me acerco al espejo y me miro. Paso los dedos por mi pelo para peinar los pelillos rebeldes que se han alborotado con el viento. Me inclino más sobre la superficie y analizo mi raíz. No hay ni rastro de rubio. Hace dos días que me volví a teñir de negro, solo por la zona de la raíz, y ya vuelvo a parecer morena natural. Toqueteo mis pendientes dorados en forma de aro y termino lavándome las manos. No están sucias, solo calientes. Permito que el agua las enfríe un poco y las coloco cerca del secador. Espero durante unos segundos y, por fin, doy por terminada mi revisión. Estoy bien. Me gusta cómo me he maquillado hoy para mi segundo primer día, y me gusta cómo me he vestido. Este jersey negro de cuello alto me hace parecer hasta elegante. Y, lo que también es importante, me abriga bastante. Ya pasó el otoño, pasaron las navidades y nos encontramos en invierno. En febrero hace frío.

Salgo del baño y camino hasta el aula de siempre. El cuatrimestre ha cambiado, las asignaturas han cambiado... incluso yo he cambiado, sin embargo, el aula sigue siendo la misma.

—Buenos días —saludo a dos chicas que hay sentadas en el banco. Una se llama Mirielle, y la otra... la verdad es que no lo recuerdo. Ambas están en mi clase, pero la segunda pasa más desapercibida y no he conseguido aprenderme su nombre. Se supone que los lectores suelen tener buena memoria para los nombres... ¿Qué ocurre conmigo?

Entro en clase. Tres personas son las que hay ya sentadas. Me dan igual las otras dos, yo me centro en una. Le reconozco de espaldas, sentado en la misma zona de siempre. Trago saliva.

La última vez que le vi fue... Ah, sí. Coincidimos en el examen de gramática latina. Yo ese día llegué justa de tiempo, así que simplemente nos saludamos con rapidez, hicimos el examen, y él fue el primero en marcharse. No supe cómo le fue. Nunca llegué a preguntarle. No tuvimos más contacto durante el mes de enero. Tampoco nos hablamos cuando comenzaron las navidades. La última conversación extensa que mantuve con Louis fue... Buf. Lo cierto es que no lo sé.

Camino por el pasillo central entre las mesas sin hacer ruido. Mientras, debato mentalmente: ¿dónde narices me siento? Voy hacia donde está él... o no voy hacia donde está él...

—Hola —saludo en voz alta cuando paso por detrás. Sigo de largo y me siento, pero dejando una silla de por medio entre nosotros.

—Hola —me responde, echándome una mirada muy breve. Apenas he podido verle los ojos.

Quizá acabo de convertir el reencuentro en una situación muy violenta. O quizá... quizá hubiera sido más violento aún si me hubiese sentado justo a su lado. Nunca lo sabré. Tuve que tomar una decisión y esta ha sido: un espacio entre nosotros.

"Un espacio entre nosotros" es una película de amor que me encanta. Mierda. No puedo estar pensando en pelis de amor ahora mismo. Cero romanticismo, Stella. Céntrate.

Saco el portátil de mi bolso. Sí, ahora tengo un bolso mono en el que meter el portátil. Eso también ha cambiado. Lo enciendo y espero unos segundos a que se cargue la pantalla de escritorio. La mente me vuela hacia otra parte. Hacia aquel sábado que cambió muchas cosas. Nunca más hablamos de ese sábado, y ya hace como tres meses desde que ocurrió. Estuve llorando parte de la tarde, y ahora que lo recuerdo pienso que fue bastante innecesario. Me afectó más de lo que habría imaginado.

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