Las novelas de Stella

5. Stella Evans

Después de mí se levanta Louis para presentarse. Le presto atención, al igual que a todos, pero mi cabeza sigue pensando un poco en el intercambio de miradas con el chico.

—Vivía con mis padres pero ahora he alquilado un piso. Tengo un hermano mayor y un perro, que básicamente se comportan de forma similar.

Otro que genera risas entre el público. Delante de la clase es muy gracioso pero luego conmigo es un antipático.

—Me gusta la playa y la tecnología.

Y ya está, ya ha terminado.

—Un hombre de pocas palabras —comenta el profesor tras la presentación de Louis y le indica que puede volver a su sitio.

Él regresa y se sienta sin decir nada. Cada vez que se me acerca me llega la ola de perfume de chico. ¿Por qué mis perfumes no pueden oler tanto como los perfumes de los chicos? Esos duran milenios, y los míos a los pocos minutos ya han perdido la eficacia.

Tengo a Peter Nielsen delante, bastante delante, como a cuatro o cinco filas por delante, pero aun así puedo verle. Solo el pelo y parte de su chaqueta, pero ahí está. ¿Qué querría con esas miradas? No quiero pensar que se ha fijado en mí si luego me voy a lleva el chasco. Prefiero pensar que me estaba mirando porque tenía algo en la cara o porque simplemente mi cara era el problema. Tal vez no miraba porque le pareciera guapa, tal vez era por todo lo contrario.

Dánae Morgan se presenta durante como cinco minutos. No para de hablar. Que le encanta la ropa, el maquillaje, las redes sociales, que el dorado es su color favorito, que tiene dos tortugas... Demasiada información para procesar junta. Luego viene Marco y nada más salir y colocarse yo ya me estoy riendo.

—Bueno, gente, yo soy Marco Bennet. Veinte años. Vivo con mis padres de momento. Me gustan los videojuegos y eso. Bebo mucho, eso sí. Las fiestas son lo mío.

Escucho más risitas aparte de la mía.

—Me tomé un año sabático y ahora estoy aquí listo para estudiar —sigue hablando, con las manos metidas en los bolsillos—. Me gustan las pelis de los dioses y esos rollos.

Y esos rollos... ¿Cómo puede hablar así delante un profesor? Admiro su naturalidad.

—Estás en la carrera porque te gustan esos rollos —interviene el profesor con diversión. Me alegra saber que se lo toma a risa.

—Eso mismo. —Asiente con la cabeza.

—¿Qué esperas conseguir cuando hayas terminado la carrera? —le pregunta el hombre.

—Trabajo.

Otra vez la gente se ríe, yo incluida.

—Aparte de trabajo... Qué esperas conseguir como persona.

Marco resopla y se lo piensa un poco.

—Madurar.

—Esa sí es una buena respuesta.

—Gracias, gracias. —Hace una reverencia y vuelve hacia aquí.

Habría estado de película que le hubieran aplaudido. Habría sido la guinda del pastel.

—Eres la hostia, tío —le dice Louis a Marco cuando este pasa por nuestro lado. Y chocan los puños entre risas.

¿Y mi choque de puños dónde está? Me pregunto por qué siempre tengo que ser la marginada.

—Pss... —Recibo un codazo de Dánae y levanto la cabeza de inmediato.

Peter Nielsen otra vez. A pesar de encontrarse delante, se ha girado para mirar hacia aquí. Siento un cosquilleo en el estómago.