13. Un sueño

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"Ven"... Esa simple palabra, con el tono de voz adecuado, en la situación adecuada, puede significar mucho. Un "ven" a las tres de la mañana mientras estamos en la misma cama y se ha quitado la camiseta me inquieta demasiado.

—Y coge el móvil.

¿El móvil? ¿Qué se supone que está pasando por su mente ahora mismo?

—¿Qué vas a hacer? —le pregunto sin más rodeos.

—Una foto.

Una foto. Así es como va a ayudarme. Pues claro. Tiene todo el sentido del mundo.

—Te sigue en Instagram, ¿verdad?

Asiento con la cabeza, suponiendo que se refiere a Peter. Él me seguía, que todavía me siga es un misterio. Quizá ya me haya clavado el unfollow y yo no me haya enterado.

—No hay nada que pueda joder más que una foto íntima de madrugada.

Lo de íntima hace saltar mis alarmas. Por lo que he entendido, vamos a hacernos una foto juntos para que Peter la vea y consiga por fin dejarle bien claro el "me importas una mierda".

—¿Qué hago? —le pregunto, ya con el móvil en la mano.

—Todo depende de hasta dónde quieras llegar.

Abro los ojos más de lo normal, y entonces sonríe con burla.

—No te pongas tan tensa. Tú solo acércate y relájate.

Me arrastro por el colchón en su dirección, expectante e inquieta.

—¿Quieres que se vea que soy yo o prefieres que el chico con el que te lías sea un misterio?

—Misterio —respondo de inmediato. No quiero que la gente crea que la nueva novia del exnovio de Naomi West soy yo. No es que no me guste la idea, sino que prefiero evitar posibles explicaciones sobre algo que en realidad es mentira.

—Buena elección —declara—. Desbloquea el móvil y déjamelo.

¿He pensado antes que la idea de ser su novia no me desagradaba? Creo que todavía me dura el efecto del alcohol que bebí.

—¿Y ahora? —Le miro con desconcierto. Tiene mi móvil en las manos y no puedo evitar sentirme nerviosa por ello. No me gusta que me cojan el móvil. Tengo cosas personales ahí escritas, cosas mías y cosas de mis novelas.

—Ahora túmbate sobre mí y finge que estás feliz.

Por eso se ha quitado la camiseta. Ahora se supone que yo debo colocar mi cabeza sobre su pecho. Demasiada intimidad, quizá. ¿Puedo hacer eso sin que el corazón se me salga de mi pecho? No tenemos tanta confianza como para hacer algo así sin que se vea raro.

—Vamos, Stella. No tengo ningún virus contagioso.

Más vale que Peter vea la maldita foto.

—Si no te convence podemos cambiar de postura.

No menciones las posturas, por favor...

—O a lo mejor no te parece una buena idea.

—Sí, sí —respondo rápidamente. Sí es una buena idea y sí quiero hacerlo.

—Vale, pues hazlo antes de que me duerma.

Me coloco encima de él, rápido, tratando de que sea lo menos violento posible. Dejo caer la cabeza sobre su pecho y siento su piel cálida en la mejilla. En principio no sé cómo colocar los brazos así que termino acercándolos a su cuerpo pero sin tocar demasiado.

Las novelas de Stella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora