Enciendo la luz del salón, la del cuarto de mis padres y la de la cocina. Pongo música a través de mi ordenador cerca de la ventana de la habitación de mis padres, pero no tan cerca como para ver otra posible silueta. No quiero saber nada de ventanas ahora mismo. He hecho lo que me ha indicado, así que eso me tranquiliza por un momento. Karlie sigue dormida, y espero que así sea. La música no está lo suficientemente alta como para despertarla. Me voy a la cocina y espero ahí sentada, con el móvil en las manos. Transcurren unos minutos, y entonces vibra.
—Estoy aquí —suena la voz de Louis—. Abre.
Corro hacia la puerta y pego la oreja a la superficie para escuchar algo. Nada. Abro con cuidado, y respiro con tranquilidad cuando le veo. Tiro de él hacia el interior y cierro, pasando el cerrojo de seguridad.
—¿Alguna novedad? —me pregunta, cuando me giro hacia él.
—No lo sé —respondo—. No me atrevo a mirar por la ventana otra vez.
—¿Tu hermana está bien?
Asiento con la cabeza.
—Sigue durmiendo.
Echa un vistazo rápido a las ventanas del salón.
—¿Todas las ventanas de la casa tienen los mismos barrotes?
Asiento nuevamente.
—Genial. No podrá entrar, entonces. Si eso es lo que quiere.
Pensar en que su intención sea entrar me pone más de los nervios.
—¿Por qué ventana lo viste?
—En mi habitación.
Camino por el pasillo, esperando a que me siga. Me paro en la puerta, cerrada, y cruzo los brazos.
—Aquí —murmuro.
—¿Tienes un arma?
Le miro con el ceño fruncido.
—¿Te refieres a...?
—Algo con lo que pueda golpear —aclara, casi sonriendo.
—¿El palo de la fregona? —Es lo único que se me ocurre.
—Bueno... —No suena muy convencido—. Puede valer.
Me dirijo a buscarlo, y me pide que apague la música.
—Toma —le doy el palo. Lo coge con cierta diversión. No es gracioso. Tengo miedo.
Agarra el pomo de la puerta, abre lentamente y palpa la pared para encontrar el interruptor. Yo me quedo detrás de él, cerca, pero detrás. Mi habitación está igual que antes. No hay destrozos, no hay nada tirado y la ventana se ve como siempre. Louis se acerca a ella y echa un vistazo a través del cristal.
—¿Hacia dónde corrió? ¿Hacia la parte delantera de la casa o la trasera?
—Trasera —respondo.
—¿Qué hay detrás? —Deja de mirar por la ventana, relaja el brazo en el que lleva el pelo y me mira con curiosidad.
—Un bosque.
—Estupendo —ironiza.
—Pinta mal —comento, esperando su confirmación. El asesino que huye hacia un bosque.
—No puede hacer nada —asegura, tranquilizándome.
Deja el palo apoyado en la pared, ya completamente relajado, y se sienta en mi silla de escritorio. ¿Cuánto de raro es que él esté en mi habitación, sentado en mi silla, un miércoles a medianoche?
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Las novelas de Stella
FanficHabiendo salido muy pocas veces de su zona de confort, Stella se enfrenta a su primer año en la universidad. Llegan nuevas experiencias, nuevos compañeros y nuevas amistades, y pronto su vida se vuelve más parecida a todas las historias que ella inv...