33. Menos aterrador

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Louis se mantiene en pie, inmóvil, esperando una respuesta. Yo también espero una respuesta, mientras que Marco simplemente no la da.

—Son las cosas robadas de clase y las he sacado de tu coche —aclara Louis, como si no fuera ya evidente.

—Dijiste que ibas a buscar el ordenador a tu coche —habla Marcos por fin.

—Me tomé la libertad de pasar por el tuyo. —Mete la mano en uno de sus bolsillos del chándal y suena un tintineo. Unas llaves. Las saca y las lanza sobre el sofá, justo al lado de Marcos. Buena puntería.

—Te he dicho que no es mío.

Estoy muy confusa. Delante de mí tengo a Louis haciendo un interrogatorio, junto a una montaña de objetos aleatorios, en la prácticamente mansión de Marco. Louis se ha colado en el coche de Marco y ha encontrado esa bolsa con los objetos robados, pero él niega que sean suyos. ¿Marco miente? ¿Louis miente? ¿Yo debería intervenir?

—Claro que no es tuyo. Es de la gente de la clase. La pregunta es: ¿por qué lo tienes tú?

Más silencio. Sigue sin dar respuesta. Se pone de pie de golpe y, por un instante, pienso que va a marcharse, indignado quizá, sin embargo simplemente se agacha y comienza a recoger todas las cosas. Las va metiendo de nuevo en la bolsa, sin decir palabra. Louis y yo lo observamos, y nos miramos entre nosotros durante un segundo.

—Tengo problemas, ¿vale? —murmura Marco.

Mete las cosas a toda velocidad en la bolsa, como si por cada segundo que permanecieran fuera, al alcance de nuestra vista, su vergüenza aumentara.

—No puedo reprimir el impulso de coger cosas.

Mete los últimos objetos en la bolsa y se pone de pie. Es entonces cuando lo asimilo. Hemos resuelto el misterio. Bueno, Louis ha resuelto el misterio.

—Lo devolveré —continúa hablando, y resopla.

—Marco, esto es grave —señala Louis.

Yo de momento no soy capaz de decir nada. Él ha tenido más tiempo de asimilar la noticia que yo. Yo estoy en proceso. Nuestras anotaciones, nuestros interrogatorios, la vez que Louis se escondió en un armario para intentar pillar al ladrón... Todo este tiempo era él. ¿Cómo?

—Lo sé. Siempre acabo cagándola.

—¿Qué ibas a hacer con eso? —Louis señala la bolsa con la mirada.

—Nada. Solo tenerlo ahí.

Creo que estoy pasando por una de las situaciones más violentas que he vivido.

—¿Por qué lo haces? —me atrevo a intervenir.

—No sé... —Se encoge de hombros, y las palabras se desvanecen. No sabe qué decir.

—Porque es un trastorno, Stella —Louis me habla a mí, pero mira a Marco fijamente—. Simplemente no puede evitarlo. Sabía que estabas mintiendo.

—Por favor, no digáis nada. —Nos pide—. Estoy harto de pasar siempre por la misma mierda.

No respondemos.

—Voy a devolver esto al coche. —Se marcha cargando con la bolsa, y desde el momento en que el sonido de sus pasos se pierde por su inmenso pasillo, todo se vuelve silencio.

—Joder —murmuro, cuando supongo que ya no nos oye.

—Sí, joder.

—Lo planeaste todo, ¿verdad?

Se acerca. Se deja caer sobre el sofá y suspira con frustración. Ahora es cuando deja salir toda la tensión que había estado acumulando. No es de hierro. No estaba tan sereno como aparentaba. También lo estaba pasando mal, y ahora me doy cuenta.

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