42. Yo estaba antes

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Entro en casa, cierro detrás de mí y me asomo disimuladamente por la ventana. Retiro la cortina, solo una rendijita, y espero algún movimiento extraño fuera. No pasa nada. No veo nada. No me estaban siguiendo. Creo que el estrés me está pasando factura.

—¿Qué haces, Stella? —la voz de mi hermana me sorprende por detrás.

Me doy la vuelta y la encuentro enrollada en una manta y con el portátil encima de las piernas.

—Nada. —Niego con la cabeza—. ¿Tú?

—Termino de escribir una historia.

—Una ¿qué? —Parpadeo varias veces, incrédula.

—Es una tarea de clase. ¿Puedes leerla cuando la termine y me das tu opinión?

—Sí, claro —murmuro y me dispongo a andar por el pasillo.

—Fuiste a comer cupcakes bonitos y no me invitaste.

No se le escapa ni un detalle.

—Fui con Erika —aclaro.

—Lo sé. Ella también publicó la foto.

—Tengo que ponerme a editar —me excuso y me dirijo directamente a mi cuarto.

Allí hago lo mismo de esta tarde: corregir, releer, cambiar, modificar... durante unas horas, hasta que mi padre toca en mi puerta para que vaya a cenar.

—Voy. —Le sonrío.

Cuando me levanto de la silla, mis ojos vuelan fugazmente hacia el mural de mi pared. Sigue cubierto, como lo dejé. Levanto el papel y me quedo observando los posits. Ahí está el último que pegué, cuando me dijo que no podía tener nada conmigo. Desde entonces no he añadido nada más. Cojo un nuevo papelito de color y dibujo un signo de interrogación bien grande. Así es cómo mejor describiría esta situación, con un "ahora, ¿qué?".

No quiero pensar en ello. Me voy a cenar.

—Y así es como cambia la vida de un día para otro —suelta mi madre después de una eterna conversación con mi padre sobre Greta y su novio. Quiero decir... exnovio.

—Un día tienes novio, y al día siguiente no —interviene Karlie, con muy poca sensibilidad.

—Se veía buen chico —sigue mi madre, ignorando a mi hermana—. Siempre me cayó bien.

—Los buenos chicos también se cansan —puntualiza Karlie.

—Así son las relaciones. —Mi madre le dedica una expresión de resignación.

Y yo no digo nada. No me siento cómoda hablando del tema.

—Mira el lado bueno —sigue mi hermana—. Ahora está soltero. Stella, es tu oportunidad.

Me quedo mirándola con los ojos muy abiertos.

—Karlie, ¿tú estás loca? —exclamo.

—¿Cómo se te ocurre decir eso? —habla mi madre, sirviéndose un poco de zumo en el vaso.

Karlie se ríe y mi padre también. Para mí tendría gracia su comentario si no revelara explícitamente que su novio me parece atractivo. Exnovio.

Me quedo hasta tarde tecleando en el ordenador. No puedo evitar releer cincuenta veces el mismo párrafo. Cuando ya considero que no puedo aguantar más, lo apago y me voy a la cama, revisando que mi ventana esté bien cerrada. Por si acaso.

☆☆☆

Me despierto de golpe, asustada, porque estaba soñando que se me hacía tarde para ir a clase. Respiro profundamente y me coloco de lado en la cama. En mis pesadillas no me persiguen para matarme... En mis pesadillas llego tarde a la universidad. Todavía no ha sonado la alarma. Puedo estar tranquila.

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