7. Las paces

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Su pierna está rozando la mía, a propósito. Parece un roce casual, pero no lo es. Todo lo que hace, cada gesto, cada mirada... es con intención.

—No te apetece quedar conmigo, ¿verdad?

Parpadeo varias veces. Esa es la impresión que doy, por ser tan lenta y tan vergonzosa en situaciones como esta.

—Te quedaste tan callada...

—Lo siento —consigo hablar—. Es que a veces soy un poco... tímida.

Asiente con la cabeza como si ya se hubiera dado cuenta.

—¿Vives cerca de aquí?

Esa pierna junto a la mía me está desconcentrando.

—No mucho... —Frunzo los labios.

—No tengo coche, pero ya veremos cómo lo hacemos.

Dios mío. Esto es oficial. ¡Empieza la vida que he imaginado!

—Si te hablo esta tarde, ¿me responderás o también te dará vergüenza?

Se me escapa una risita de lo más tonta.

—Te responderé —le prometo.

—Stella...

¿Quién me está llamando? ¿Por qué este chico siempre tiene que arruinar la vida que he imaginado?

Louis me hace señas con la mano para que me acerque al marco de la puerta. Me levanto y voy hacia él con cara de "¿Eres tonto? ¿No ves que acabas de interrumpir un buen momento?".

—Siento cortarte el rollo con Peter Nielsen... —comienza a hablar cuando estoy a su lado—, pero estamos hablando sobre quedar esta tarde para empezar con el trabajo de literatura.

Se dirige hacia los chicos que ocupan sus sillas y yo le persigo con rapidez.

—¿Esta... tarde...? —repito, con desconsuelo.

—Sí, rubita —interviene Marco—. Esta tarde.

Los tres me miran esperando una respuesta, porque imagino que todo dependerá de mí. Seré yo la que decida si quedamos o no quedamos, y me encuentro en mitad de un debate existencial.

—Creo que he quedado esta tarde... —inicio mi excusa—, con Peter.

Marco y Dánae levantan las cejas de forma sincronizada.

—¿El de waterpolo?

—¡Que sí, pesado! —exclama Dánae—. ¡El de waterpolo! ¿Qué problema tienes con aprenderte los nombres?

Se miran entre ellos, y me hacen sentir terriblemente mal por ser la única que se opone a quedar. No quiero que piensen que soy una irresponsable con los trabajos, porque no lo soy, pero es que justamente hoy... ¿Es que nadie va a ceder? ¿Es que nadie va a decir que no pasa nada y que lo dejamos para otro día? No quiero cancelar mis planes... por una vez que los tengo.

—Vale, pues quedamos mañana —concluye Louis y se va a su silla, sin más.

Suspiro aliviada. Salir con Peter Nielsen sigue en pie. Buf.

—¿Por qué todos se están buscando parejas ya? Acabamos de empezar el curso, gente. Apretad un poquito el freno.

El comentario de Marco me hace sonreír, como siempre, pero admito que no le estoy prestando toda mi atención, pues ya estoy yendo hacia Louis.

—No debería darte las gracias —apoyo las manos en su mesa—, pero voy a hacerlo. Gracias.

Levanta la vista de la pantalla y me mira.

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