LLUVIA Y PALOMITAS

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Raoul se asoma por quinta vez a la ventana, hace un puchero y vuelve a sentarse en el sofá resoplando.

"Otro día que no podemos ir a dar una vuelta, vaya mierda de tiempo"

La lluvia parece escucharle, porque empieza a caer más fuerte, y la habitación se ilumina con un relámpago que hace dar un respingo al rubio.

"Encima ahora es más fuerte, ahora ya sí que nada, Agoney no querrá ni salir de su casa"

Pero parece que Agoney también escucha sus pensamientos, porque justo en ese momento suena el timbre, y Raoul, extrañado, va rápidamente a descolgar el telefonillo y preguntar quién es.

- ¡Raoul! ¡Abre que me mojo!

Sin poder casi responder, le da al botón que abre la puerta, y hace lo mismo con la principal, esperando a que su novio suba las escaleras.

Se seca las manos, que han empezado a sudarle, en la camiseta. Y es que hace tan sólo una semana que son novios oficialmente, y aún no han podido ni tener una buena cita en condiciones. Él solo quería un buen paseo, una cena, o un día en la playa. Pero parece que el tiempo no le ha estado acompañando.

- Hola.- Agoney aparece en ese momento sacándole de sus pensamientos, y obviamente le sonríe, imposible no hacerlo.

- Ho-Hola Ago.- No sabe si acercarse, está nervioso, pero el moreno avanza unos pasos y le envuelve en sus brazos.- Estás frío.

Levanta la cabeza cuando se separan, y el mayor le sonríe tocando sus mejillas.

- Es que hace frío chiquitín, ¿no viste el tiempo?

Está a punto de decirle que sí, y que le jode mucho, pero Agoney no espera respuesta y se adentra en la casa cerrando a sus espaldas.

- ¿Que haremos? Se nos volvió a joder el plan.- Dice haciendo un mohín triste.

- ¿Quién dijo eso?- El moreno abre su abrigo y saca dos paquetes de lo que parecen palomitas para microondas. - Tú tienes Netflix, yo tengo comida. A mí me parece nuestro mejor plan.

La sonrisa de Raoul ilumina el salón como antes hizo el relámpago. Agoney, por su parte, se vuelve a acercar y besa sus labios.

- Gracias.- Las mejillas del rubio se sonrojan, y las estruja contra el pecho de Agoney cuando le abraza. - Gracias porque estaba perdiendo la esperanza ya.

- Anda dramático. - Besa su mejilla y se separa dejándole con un poco de frío. - Busca una mantita, que yo voy haciendo las palomitas.

Con una sonrisa le ve irse a la cocina. Conoce su casa como si fuera suya y eso le gusta.

Diez minutos después, ambos están acurrucados bajo una gran manta verde, con dos boles de palomitas, y las manos entrelazadas delante de la pantalla del rubio, con una película cualquiera de Netflix, de esas moñas que le gustan a Raoul, y de las que Agoney disfruta cuando ve la cara emocionada del pequeño.

- Nosotros hacemos una mejor peli.

Agoney se mete en la boca un par de palomitas, bajo la atenta mirada de su novio, quién le sonríe enamorado.

- Si, lo sé. Y me encanta.- Espera a que también le mire, y son incapaces de mantenerse mucho más tiempo la mirada sin besarse, sin compartir el sabor a sal y las ganas que tienen de comerse a besos para el resto de su vida.

Mini Ficciones// RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora