SORPRENDEME

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Raoul vuelve al mismo bar de siempre, a intentar, como lleva haciendo una semana entera, pedir salir al camarero.

Agoney se coloca detrás de la barra, esperando con ansias a ese rubio que siempre va coincidiendo en su turno y le pide la misma bebida.

Pero ese viernes es diferente.

- Hola. Hoy quiero que me sorprendas. - Agoney se queda callado, mirando al rubio paralizado. Era fácil ponerle lo de siempre, porque no tenía casi que pensar, pero ahora, ahora no cree poder reaccionar. - ¿Hola?

- ¡Bu! - Raoul se echa hacia atrás, asustado y después suelta una carcajada.

- No, sorprendeme con la bebida, no a mí. - Las mejillas del moreno se encienden, y se gira rápido par preparar algún cóctel.- Y... Oye, ¿querrías quedar conmigo, cuando acabes aquí?

Se le corta la respiración, y casi se le cae la botella de la impresión. Por fin, por fin va a tener una oportunidad con el chico.

- Sí. Guay. - Acaba de preparar el cóctel y se lo tiende. - Siento parecer estúpido.

- No lo pareces. - le dice Raoul, porque sabe lo que son los nervios y le entiende. - Pues entonces... Ya nos veremos.

- Sí. - Y Agoney sonríe grande, bonito, y ve la sonrisa del rubio, blanca, amigable. Se siente un poco tonto a su lado, pero sabe que conseguirá la confianza suficiente con él.- Y a esta invito yo.

Y a partir de esa noche las sorpresas y las invitaciones se multiplican, empiezan las caricias, le siguen los besos y acaban compartiendo noches entre sábanas y estrellas.

Al final acaban confesandose lo que sienten en la misma barra de bar que vio como empezaba aquella historia.

Mini Ficciones// RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora