HERMANITO MAYOR

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Agoney rebuscó en el bolsillo de su chaqueta las llaves, pero no le dio tiempo a sacarlas. Raoul abrió la puerta con rapidez, y saltó a los brazos de su marido con ansias.

- ¡Ago! - La sonrisa de Agoney tuvo que desaparecer para corresponder al intenso beso que el rubio le estaba dando. Sus manos viajaron rápidamente a su nuca, y profundizó cerrando los ojos.

Cuando se separaron, Agoney suspiró con una risa.

- Hola amor.

Cerraron la puerta y por fin se adentraron en la casa. El moreno dejó la chaqueta encima de una de las sillas del comedor, y se extrañó de la paz que reinaba en esa casa, donde ya se hacía extraño el silencio.

- ¿Y los peques? ¿Has conseguido que se duerman?

- Ni de coña. Álvaro está insoportable desde que Tobías ha llegado. No quiere ni acercarse. Lo he intentado todo, lo juro.

Agoney frunció los labios, con semblante triste. Adoptaron a Álvaro con un añito, y les enamoró desde el primer momento. Era risueño, rubito, y con unos ojos grandes y curiosos. El problema llegó con Tobías, otro pequeño recién nacido que habían adoptado al descubrir que su madre había muerto en el parto y que su padre se había quitado la vida sin poder soportarlo. La historia les conmovió, y decidieron que aquel niño necesitaba el amor que ellos podían darle.
Y de verdad que pensaron que a Álvaro le parecería bien, pero no. El pequeño parecía estar enfurruñada todo el día.

- Seguro que cuando se hagan más mayores se llevan bien. - Raoul se dejó caer en el sofá exhausto. - No pongas morritos eh. - Sin hacerle caso, Raoul hizo un puchero que desarmó al contrario. - Te mato.

Se acercó con una sonrisa al rubio, y tirándose encima le llenó de besos. Escuchó su carcajada, y se incorporó un poco para besarle los labios de manera lenta.

- Te amo. - Estuvo a punto de contestarle, pero entonces escucharon un llanto.- Tobías...

- Voy yo si quieres. - Se levantó de encima suyo, pero Raoul le cogió de la mano.

- Estarás cansado, ya voy yo. - Agoney negó con la cabeza.

- Llevas todo el día amor, no te preocupes.

Pero el llanto cesó. Y la pareja se miró confundida. Con rapidez, los dos se pusieron de pie y caminaron hasta la habitación de matrimonio, donde solían dejar al bebé dormir la siesta.

Encima de la cama, Tobías aguardaba con los ojos cerrados y semblante tranquilo. De forma vertical, Álvaro estaba estirado, besando uno de los mofletes del pequeño.

- ¿Ago? - Raoul miraba sorprendido la escena, sin querer hablar alto para que aquello se desvanecerá como un sueño.

- Vaya. - Agoney se abrazó a Raoul por la cintura, y apoyó su barbilla en el hombro del rubio.

Al escuchar murmullos, Álvaro levantó la cabeza y sus grandes ojos pararon en sus padres.

- Tobi. - Alzaron las cejas a la vez,  mirándose unos segundos y luego mirando al pequeño. ¿Podría ser aquella la primera palabra del niño? - Tobi ora.

- ¿Está llorando cariño? - Agoney reaccionó, y  separándose de Raoul se acercó a la cama. Álvaro asintió, mirando a su hermanito como si fuera a romperse. - ¿Y tú le has dado un besito para que no llore?

El nene volvió a asentir, está vez acariciando la mejilla del infante dormido.

- Ago creo que ahora voy a llorar yo.- A Raoul se le cristalizaron los ojos, y acercándose también a la cama, cogió a Álvaro entre su brazos y le llenó de besos la cara. - Eres el mejor hermano mayor del mundo.

El rubito sonrió, y abrió la boca para dejar uno de sus besos babosos en la mejilla de su padre. Agoney se abrazó a los dos, y dejo un beso en la frente de cada uno.

- Parece que por fin somos una familia. - Miró alternativamente a Tobías y a Álvaro. - Y creo que no podría ser mejor.

Mini Ficciones// RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora