NIEBLA

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Raoul sale de la habitación enfurruñado, dirigiéndose a la cocina donde está Agoney

- Se ha quedado dormida encima de tu ropa sucia, te dije que la pusieras a lavar, pero nooo, me tenías que distraer para que se me olvidará. Ahora que...

Raoul cierra los ojos cuando siente los besos de Agoney sobre su cuello y el aliento en su oreja. El enfado se le pasa un poco entonces.

- No te importaba cuando lo que te distraía era mi saliva por tu piel.

- A...Ago...- Se ablanda, porque no puede reñirle si luego le hace eso. - Vale para... que quiero ver la peli jo.

- Está bien. Venga chiquitín, que las palomitas ya están.

- Lavé la manta verde, así que podemos estar arropaditos sin comernos el olor a pis. - Camina hacia la habitación de nuevo, para coger la manta.

- Eso ha sonado a reproche eh.

El canario sale de la cocina alzando una ceja, con las manos ocupadas cogiendo el bol lleno de palomitas.

- Pues sí, no eres nada responsable con Niebla, ¿a quien se le ocurre no sacarla de paseo después de haberle llenado tres cuencos de agua? - Frunce el ceño, serio.

- Pues... Hacia frío y... Ay jo, no te enfades.

Ve su puchero y es incapaz de seguir, se rinde ante sus encantos y sonríe. Si en verdad ama a la pequeña perrita que tienen, aunque él sea un poco más maduro y el otro más bien despistado.

- Andaaaa, ven aquí conmigo va, que te tengo que achuchar.

Se deja caer en el sofá, dejando el cuenco sobre la mesita que hay a un lado, apaga la luz y coge el mando para poner la película en marcha.

- Siempre a tu lado Hachiko, sabes que acabarás llorando ¿verdad?

El rubio le mira con una mueca triste, se acerca a él y se aprieta contra su brazo.

- Te tengo a ti para que me consueles, y me encanta esta peli.

Agoney sonríe ante la tierna imagen, y negando con la cabeza le da al play y se acurruca bajo la manta y los brazos de Raoul.

Es una hora y 22 minutos más tarde cuando el rubio empieza a llorar, después de haber aguantado gran parte de la película.

- Es que...

- Shhh. Amor, no te preocupes, llora todo lo que quieras.- Besa su cabeza repetidas veces, también visiblemente emocionado.

De repente escuchan un ladrido y ven como una perrita blanca avanza correteando hasta donde ellos se encuentran. Bajo la oscuridad del salón, su pelaje se ve medio azul, pero igual de bonito. Saca su lengua y vuelve a ladrar.

- ¡Niebla! Ven aquí bonita, que el papa necesita mimitos.

Ayuda con un brazo a que suba, y Niebla empieza a lamer las mejillas húmedas del rubio, quién suelta una risa.

- Que haría sin vosotros...- Mira con cariño a Agoney, pero es incapaz de no hacer el siguiente comentario, seguido de una carcajada.- Aunque Niebla huele a tus calcetines.

Mini Ficciones// RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora