MÉDICO

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Agoney está tranquilamente tomando un té en una cafetería cualquiera, cuando escucha un grito.

- ¡¿Necesito un médico, hay algún médico por aquí?!

Lo primero que hace es dejar la taza sobre el plato con la mano temblorosa, y mirar a su alrededor con los ojos negros alerta.

Cuando localiza de done proviene la voz, se levanta y corre hacia allí.

- ¿Qué pasó? Yo soy médico, bueno pediatra, bueno acabo de sacarme el título pero...

- No, no, es perfecto, mi amigo es del tamaño de un niño de cinco años. - Se burla el chico, y Agoney, que tiene el corazón acelerado, no le ve la gracia.

- Cállate Alfred...- El chico rubio, que en realidad si es bastante menudo, se tapa la cara enrojecida con las manos.

- No entiendo. - Agoney traga saliva.

- Ay claro, nada, que era broma. Pedía un médico porque se estaba poniendo demasiado rojo. ¿No crees que es malo? Se le va a subir toda la sangre a la cabeza y tendra un derrame o algo.

El tal Alfred suelta otra carcajada más fuerte.

- En realidad no funcionan así...

- Lo sentimos mucho de verdad. - El rubio le da un buen golpe a su amigo, mirándole mal. - No queríamos asustarte ni molestarte ni nada. Es que es imbécil.

- Oye tranquilo eh, que te he invitado a la cerveza. - Se recoloca la chaqueta de cuero, serenándose. - Y de nada por haber hecho que el morenazo de ricitos venga a verte.

Agoney baja la cabeza escondiendo una sonrisa de labios cerrados, y escucha al rubio jadear.

- Alfred te voy a matar.

- Y ahí está de nuevo, menos mal que tenemos al médico. Yo os dejo solos, a ver si consigues que te meta algo y no sea en la boca. - Alfred sigue bromeando, levantándose de la silla. Parece pensar unos segundos, y luego vuelve a hablar. - Aunque a lo mejor si quieres que te lo meta en la boca.

- Adiós Alfred. - Dice con ojos amenazadores. Una vez se ha ido, su cuerpo se desinfla y gruñe apoyándose en la barra. - Lo siento. Qué mal, olvida los últimos minutos.

- Eres tierno. - Agoney ocupa el asiento de Alfred. - Me llamo Agoney.

Le ofrece la mano, con una sonrisa amable, y Raoul se muerde el labio para estrechársela.

- Yo Raoul. - Sus mejillas se sonrojan de nuevo. - Y no te preocupes porque mi cara roja es completamente normal.

- Me quedo más tranquilo. La verdad es que no estaba preparado para ejercer de médico en medio de una cafetería.

Ríe suave, pasando su dedo por los pequeños charcos de agua sobre la barra.

- Y... ¿Te acabas de sacar el título dices?

- Sí. - Agoney asiente orgulloso, sus ojos se llenan de brillo en un segundo. - Por fin, después de tantos años... Estoy trabajando en un hospital, pero tengo unos días libres. Estoy acostumbrándome a ser un médico de verdad y no un chico de prácticas.

- Tienes cara de ser amable con los niños. - Raoul da un sorbo a su cerveza.

- Si. - El moreno se encoge de hombros. - Sigo el la de Harry Styles, ya sabes, trata a la gente con amabilidad. Los niños son mi debilidad, así que les trato como reyes.

- Que majo... - Raoul baja la vista sonrojándose otra vez.

- Cuéntame de ti. - No quiere dejar de hablar con el rubio, así que intenta seguir la conversación.

- Oh, vale bueno. De mi. - Parece pensar bien que decir y Agoney se ríe al ver como su nariz se arruga ligeramente. - Intento de cocinero supongo. Soy friega platos y a veces me dejan ayudar. Dicen que se empieza por lo bajo.

- Empezar por lo bajo está bien. - Ríe ante su propia broma, y Raoul tose excesivamente. - Ay dios, no, no te ahogues.

Está a punto de practicarle una de las maniobras que aprendió en la carrera, pero Raoul logra tranquilizarse y beber un par de sorbos antes de respirar bien.

- Estoy bien.

Agoney suspira.

- Menos mal.

- ¿Con los niños también te pones así de histérico?

- Agh, calla. - Agoney rueda los ojos. Ambos se quedan callados unos minutos, nada muy incómodo, pero Agoney necesita soltarlo. - Hay alguna posibilidad de que volvamos a vernos y... No sé, ¿seguir conociéndonos? Ahora he quedado con un amigo para ayudarle con su hijo, ya sabes, decirle que es sólo una gripe para que se quede tranquilo, pero me has gustado mucho. Digo, como persona. Bueno que eres amable.

Ahora es él quien debería pedir un médico.

- Si, por supuesto. A mi también me has gustado. Tipo como tú, persona y hablar y eso. - Ríe avergonzado. - Te doy mi número.

Le deja el teléfono y lo llama para confirmar que está correcto.

- Pues ya hablamos Raoul. Encantado. - Se despide con la mano y una sonrisa que no le cabe en la cara.

Raoul deja escapar todo el aire que su pecho estaba reteniendo y no tarda en llamar a Alfred para chillarle que su estúpido plan de llamar la atención del moreno ha funcionado.

Mini Ficciones// RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora