BAR

292 43 56
                                    

Raoul salió de la editorial exhausto. Llevaba toda la semana trabajando en la edición de un nuevo libro, que tenía que salir al mes siguiente, y no lo llevaba bien. Había demasiadas faltas y errores que hacían que no se entendiera nada de lo que había escrito. La trama parecía interesante, y tal vez ese famoso debió haber contratado a otra persona en vez de escribirlo él. Aún así, había pagado de más por publicarlo y porque se lo editaran.

Quiso llamar a su compañero de piso para que viniera a buscarle y así poder echarse en la cama y dormir todo el fin de semana, pero también pensó que se merecía un poco de diversión. Fue directo a la calle de en frente, donde un bar bastante concurrido le dio la bienvenida. Entro sin dudarlo y se sentó en un taburete de la barra.

- Ponme un chupito de tequila, así para empezar. - La chica alzó una ceja, pero no preguntó de más y le hizo caso. Seguramente no era habitual ver a hombres en traje, con cara de amargado y pelo repeinado entrando a un local así. Raoul se encogió de hombros y espero la bebida.

Bostezó un par de veces, y bebió el chupito de golpe antes de girarse y observar la masa de gente. Le encantaría estar ahí, deshinibido y saltando y rozandose con otros cuerpos. Suspiró.

Un chico al fondo del local no dejaba de mirarle, Raoul carraspeó antes de apartar la vista, pero había algo que le hacía volver a mirar.

La última vez, el chico ya no estaba y en unos segundos lo vio a su lado.

- No soy un acosador eh. - Una sonrisa llenó su rostro, y Raoul bajó la mirada.

- Pues ten cuidado porque estaba a poco de llamar a la policía. - Decidió seguir bromeando, aunque empezaba a ponerse nervioso.

- No hace falta policía, yo tengo esposas en casa. - Si estuviera bebiendo, se habría atragantado. Pero tan solo sintió enrojecer su cara.

- Creo que me voy a ir... - Antes de que pudiera moverse, el moreno le cogió del brazo.

- No, no espera. Joder, era broma, no sé ligar, hace mucho que no venía a un sitio así, y te vi y eres guapísimo por favor no te lleves una mala impresión.

Se apiadó de lo nervioso que parecía, y asintió para volver a sentarse.

- Lo siento yo también, nadie suele ligar conmigo. - Sonrío para tranquilizarle. - ¿Como te llamas?

- Agoney. - Le mostró la mano, sonriendo de nuevo. A Raoul le gustó lo tímida que parecía, y se sorprendió pensando en lo tiernos que se veían sus mofletes. - ¿Y tú?

- Oh, yo Raoul. - Le estrechó la mano. - Trabajo en la editorial de en frente y necesitaba despejarme.

- ¿Escribes? - Agoney se interesó.

- No, soy editor. Aunque escribo mis cosillas pero nunca se van a publicar.

El moreno hizo una mueca.

- Yo trabajo de monitor en campamentos y esplais. - Se encogió de hombros. - luego voy acosando personas por los bares... Supongo que sí lo supieran no me dejarían trabajar con niños.

Raoul soltó una carcajada.

- Bueno, no se lo contaré a nadie. - Dijo más bajo, más cómodo con la conversación.

- Gracias. - Raoul noto entonces el suave acento que tenía Agoney, pero cuando quiso preguntarle, el camarero había llegado y el moreno estaba pidiendo. - Dos cervezas. - Se giró hacia él. - Te gustan no?

Raoul asintió, y se quedaron callados hasta que llegaron las bebidas y dieron el primer trago.

- La verdad es que no sé ni porque he venido, mi plan era irme a dormir, a lo mejor leer algo antes.

- Aburrido. - Agoney le saco la lengua. - Yo creo que el destino quería que nos conociéramos.

- Si... Seguro. - Raoul rodó los ojos.

- Oye, estarías guapo despeinado. - Raoul frunció el ceño, tocándose el flequillo que estaba subido en un tupé fijado con laca. - Que ya lo estás eh, pero despeinado como que estarías más joven, más despreocupado. Menos...

- ¿Amargado? Mira llevo toda la semana durmiendo fatal y trabajando sin parar la verdad que hacerme este peinado es difícil por las mañanas. No me lo tires por tierra.

Fue Agoney quién río esta vez, y Raoul se quedó un poco prendado.

- Perdón, perdón. - Levantó las manos, y el rubio dio otro trago a su cerveza. - Quieres... No sé, podríamos dar una vuelta así sin tanto ruido y tal.

Raoul tragó saliva, no estaba seguro de que responder, ni de las intenciones de Agoney. Miró su cerveza y se mordió el labio.

- No. Mejor, me acabo esto y me voy a casa.

- Oh. Si claro. Vale. No pasa nada. - Vio la decepcion en sus ojos, pero apartó la mirada enseguida. - Yo también me tendría que ir.

Bebió de golpe su cerveza, dejándole con un golpe seco sobre la barra.

- Adiós.

- Sí. A lo mejor coincidimos otro día... O no. - Agoney se fue tan rápido como si tratará de escapar de algo. Raoul pensó que escapaba de él y su poca amabilidad.

Suspiró y dejó caer su cabeza contra la barra de madera. Varias personas se giraron hacia él, que se había dado con más fuerza de la que quería, y había soltado un gemido tocándose la frente.

A pesar del ridículo, el golpe le hizo reaccionar, y pagando las cervezas salió corriendo del local.

En la puerta se encontró de frente con Agoney.

- ¡Agoney!

- Hola... Dios iba a volver a entrar porque no pagué las bebidas y te he dejado solo y... Mala impresión de nuevo.

Raoul negó con una sonrisa, y se apartaron de la puerta, hacia la acera donde solo estaban iluminados por una farola.

- No te preocupes. - Pero la cara de Agoney era de total preocupación, y Raoul se extrañó. - ¿qué pasa?

- ¿Que te pasó en la frente? - Alargó sus dedos y todo la marca roja que empezaba a hincharse.

- Oh mierda. - Se alejó avergonzado. - Soy tonto y me he dado... Da igual, no lo mires.

Agoney se mordió la sonrisa, y bajó la vista hasta sus ojos.

- No miro. ¿Te ibas ya? - Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón, y Raoul le vio más pequeño que dentro del bar.

- No. Salía a buscarte porque he sido un idiota. Me encantaría seguir hablando contigo, durante toda la noche o otro día.

- ¿No estás cansado de trabajar tanto? - Se sorprendió de que realmente Agoney le estuviera prestando atención. En el fondo pensaba que era la típica charla antes de invitarle a otra copa y acabar en la cama.

- Me da igual. Me apetece estar contigo, en serio.

La sonrisa de Agoney se iluminó.

- Joder bien. - El moreno dio un pequeño salto. - No sabes que alegría, casi nunca me salen las cosas bien.

Raoul negó, bajando un poco la cabeza. El rubor en sus mejillas se extendió hasta las orejas.

- Bueno, te conformas con poco eh, no soy tan interesante.

- ¿Que dices? Aunque seas bajito eres grande eh. - Le ofreció la mano. - ¿Me dices el camino y caminamos hasta tu casa?

Raoul no se pudo negar, accedió a coger su mano y no se la soltó hasta que llegaron a su portal. Hablaron de tonterías, de trabajo, de niños demasiado listos y de libros mal escritos. Quedaron en verse de nuevo, se intercambiaron números de teléfono, y se miraron tan de cerca que la última imagen que Raoul tuvo de Agoney, era borrosa.

Mini Ficciones// RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora