MAQUILLAJE

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*inspirada en el vídeo que os dejo aquí arriba*

- ¡Agoney! ¡Agoney!- Deja de doblar ropa cuando escucha la voz de su marido cada vez más cerca. - ¡Agoney!

Jadea al llegar al salón, y empieza a preguntarse porque decidieron comprar una casa con un pasillo tan largo.

- ¿Que pasó mi niño?

- ¿Que pasó? Te voy a decir que ha pasado. Que no has recogido tu maquillaje después de usarlo anoche.

Asiente con la cabeza, sin saber exactamente qué es lo malo, pues Raoul ya sabe que es muy despistado y desordenado, pero le quiere así.

- Ya lo recogeré amor, no te preocupes.

- No es eso, es que... Alguien, lo ha encontrado antes que yo.

Abre los ojos con miedo, pues sabe que si el diablillo que tienen por hijo ha cogido el maquillaje, no hay esperanza de que quede mucho.

- Ay dios Raoul, pero que haces aquí y no allí.

Se levanta con rapidez, con el objetivo de salir corriendo hacia su habitación y apartar el monstruito de sus cosas, pero Raoul le frena.

- Espera, que no te vea, no te he llamado para echarte la bronca, si no para que lo vieras...

Le mira confundido pero asiente, y ambos caminan con lentitud por el pasillo, hasta que se asoman por la puerta de su habitación.

El pequeño niño de apenas tres años está frente al espejo, con una esponja estrujada en las manos y pasándosela por las mejillas regordetas.

Sonríe a su reflejo, y ambos adultos tragan una carcajada cariñosa.

- Que lindo...

- Seguro que te habrá visto hacerlo a ti y claro, como el papá.- Susurran entre ellos, dejándose caer al suelo para estar más cómodos, pero sin querer que les vea.

El pequeño rubio sigue en su labor, y de pronto suelta una exclamación y coge un pintalabios que Agoney casi ni usa, pero que Raoul alguna vez se ha puesto por petición del primero.

- Agoney...

- Déjale, a ver qué hace.

El chiquitín desenrosca el pintalabios con decisión y emoción, y los padres se enamoran de esa carita de concentración que pone. Después lleva el pincel a sus labios, y restriega por ahí el cosmético.

Le ven dejar todo encima del pequeño tocador, estando él de rodillas en la silla, y observan como se acerca más al espejo para mirarse.

- ¡Guapo!- Entonces se gira y les pilla ahí, asomados a la puerta, donde se les ve perfectamente, y vuelve a repetir, más alto y con otra sonrisa infantil.- ¡Guapo!

- Estás guapísimo chiquito.- Agoney le sonríe emocionado, y abre sus brazos para que su hijo vaya hacia él.

- ¡Ahora tu!- Con cara asustada, y escuchando las carcajadas de Raoul, Agoney deja que su hijo le restriegue la esponja por toda su cara, como antes ha hecho con la suya propia.

Mini Ficciones// RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora