MALITO

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*el storie es la foto de arriba*

Raoul ve el storie y le falta tiempo para ponerse el primer chándal que encuentra y salir de casa con rapidez. Móvil, llaves y dinero, se asegura mientras baja por las escaleras de su piso, y se abrocha el abrigo antes de salir por la puerta.

Primero de todo, ir al supermercado a comprar chocolate caliente, que a Ago le encanta, y también algún dulce al que seguro no pone queja.

Sabe que, además de mimos, lo que le gusta a Agoney cuando está malo es comer.

Entiende que no le haya llamado directamente, porque él mismo es quién le ha dicho que estaba muy ocupado, y que ha tenido muchos compromisos últimamente que no le han dejado descansar bien. Pero esa storie de su novio envuelto en una manta, con ojitos brillantes de la fiebre, no puede ser más que una indirecta para él. O así se lo ha tomado.

Sea como sea, nunca está lo suficientemente cansado como para no caminar un par de minutos hasta su casa y hacerle compañía, aunque después vaya tarde a los demás sitios y le echen la bronca.

Sale del supermercado y el cielo ya está oscuro, pero sonríe porque ha comprado una tarta que tiene muy buena pinta y está deseando ver la sonrisa de Agoney al verla.

Cuando llega al portal del moreno, se muerde el labio nervioso. Pica al timbre, y aunque tarda un poco, pronto oye su voz.

- ¿Si?

- Ábreme Ago. ¡Sorpresa! - Su voz suena emocionada, y el canario se queda un poco en shock, abriendo la puerta mientras se envuelve más en su manta.

Tal vez la fiebre le haga tener alucinaciones. Pero lo desecha cuando tocan al timbre de nuevo, esta vez de su puerta, y al abrir se encuentra a un rubio con la nariz y las mejillas rojas por el frío. Y sí, realmente ha ido hasta su casa porque está malito.

- Raoul... - Aprieta los labios y ladea la cabeza. - Jo.

Se lanza a sus brazos, y Raoul corresponde con dificultad al abrazo, sin dejar caer la bolsa.

- Hola amor, vi tu storie y pues... No podía dejarte solito.

Se separa y le hace pasar, cerrando detrás suyo.

- No hacía falta Raoul, debes estar muerto...

- Ya, pero que mejor que descansar contigo

- ¿Para que te pegue el resfriado? - Dice, con una mueca.

- No te preocupes. Y ahora déja que te cuide, mira lo que te he traído

- ¿Qué? - Cuando Raoul saca de la bolsa la tarta, Agoney empieza a salivar, y sus ojos brillan con felicidad.- Dios Raoul, te amo tanto.

- ¿Por qué te doy comida? - Ríe suave, y ambos van hasta el salón, el rubio quitándose el abrigo y Agoney dejando caer la manta en el sofá y yendo rápido a por cucharas y servilletas.

- Sabes que ganas puntos por eso. Y siempre puedo comerte a ti también. Todo ventajas eres un partidazo. - Vuelve al salón y Raoul ya está abriendo la caja de la tarta.

- ¿Tu no estabas malo? - Bromea mientras le hace un sitio a su lado. - Porque te noto bastante salido.

-La fiebre... - Los dos ríen, acercándose inconscientemente, y el rubio le coloca la manta por encima.

- A ver, ¿ponemos una peli?

- Coco. - Responde con una sonrisa, dejando caer su cabeza en el pecho contrario.

La tarde acaba convirtiéndose en noche, y la tarta se acaba entre besos y tonterías, los dos acurrucados en el sofá, y la tele olvidada como única testigo de cómo acaban quedándose dormidos.

Mini Ficciones// RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora