Juegos.

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—¿Asustado Rogers?.


Notó ese brillo burlón en su mirada.


—Ya quisieras Stark.


—Bueno. —Se apoyó en la baranda con una sonrisa. —Entonces, demuestra lo contrario.


Steve supo que se vengaba de aquella rutina de ejercicios de hace tres días, pero no le importó.


Él se había divertido a lo grande. No solo porque había encontrado que la debilidad de Stark era madrugar.

Normalmente iba sólo a correr y ejercitarse cada mañana.

Sam era la única persona que lo hacía cuando coincidían, no era por reprochar ni nada, pero con Stark había sido completamente diferente.

Su compañía en realidad había mejorado su día.


Stark no era débil ni mucho menos perezoso como habia imaginado, notó el gran esfuerzo que había hecho para seguirle el ritmo. 

Y había sido sobresaliente. Considerando que el castaño era el tipo de persona que usaba más su cerebro que sus músculos.

Le había costado apartar la vista del genio.

Tony le dejó en claro que si lo volvería a hacer sería en horas decentes, según él.

Eso le había gustado.

Ahora, era su turno y el que disfrutaba era él. Mas que nada porque había dado con su debilidad.


El menor le había llevado a su taller, este estaba preparado para otra clase de campo de batalla que no conocía.


Videojuegos.

Aquello le dejó desconcertado un par de minutos.

Quiso replicar, pero este le había dicho que no había mejor manera que aprender un poco de la realidad y la ficción con un poco de diversión.


 Allí inició su tormento.


Pasaron de juegos interactivos, de roles, guerra, fantasía y todo cuanto se le ocurrió al otro.

El rubio siempre perdía, mientras Stark reía y le trataba de enseñar a jugar cada cosa. 

Se sintió avergonzado, pero el menor le motivó a continuar.

No negaría que se divirtió, más cuando logró ganarle una partida y Tony le felicitó con una sonrisa. 

Se sintió orgulloso y encantado.

Ahora. Esa confianza se había esfumado.

Tony estaba encima de una maquina, la cual era un juego de baile.


—No somos niños, sabes?. —Dijo con un suspiro.


—No decías lo mismo hace poco. ¿Te quejas ahora por algún motivo oculto? —Le había pillado.


No quería admitir aquello, sabía que se burlaría de él.


—No sé hacerlo.


—Es cuestión de práctica viejo. —Dijo despreocupado. —No sabías nada de videojuegos hace dos horas, y mira ahora! Me ganaste en Counter Strike demasiadas veces para que mi orgullo lo acepte.


—Es diferente. —Dijo incómodo por su insistencia.


—Iluminame entonces Rogers, pues no veo la diferencia.


—No sé bailar. —Giró el rostro incómodo, esperó un comentario burlón.


No llegó.

Nervioso, tentó una mirada al menor.

Tony le miraba con una sonrisa, de ternura quizás?

—Por eso estoy aquí. —Se perdió en el brillo de su mirada. El menor le tendió la mano. —Para enseñarte, prometo no burlarme.


El rubio tomó su mano sin pestañear.

Amor Sin Medida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora