Elevador.

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Steve tenía que reconocer que  Stark no dejaba de sorprenderle.

Los días siguientes fueron de altos y bajos para él.

Habían regresado a su rutina, ver películas, entrenar y platicar en sus tiempos libres.

El había añadido nuevos dibujos a su libreta entre esos días.

Esos momentos, aquella nueva rutina empezaban a ser sus favoritos.

Stark le había llevado de nuevo a ese museo. El no se quejó esta vez.

Pero no habían hecho más.

No quería aceptar que eso le dejaba un punzar en su pecho.

Tony estaba demasiado tranquilo, eso le preocupó.

No podía dejar de sentirse incómodo al verlo en compañía de Banner.

Aún cuando le dijera que sólo había sido por culpa del licor, aquella relación era demasiado estrecha.

Tras terminar una misión, Sam y él subieron al elevador para entregar el informe de la misma.

Respiró hondo al abrirse las puertas.


—Capitán. —Le saludó con una sonrisa al ingresar.


—Tony.


Su amigo rodó los ojos al ser ignorado por el genio, pero no dijo nada.

Steve se lo agradeció en silencio.

El menor se paró a su lado, sintió su mirada café todo el tiempo sobre él.

Apretó la mandíbula al ver que su amigo intercambiaba miradas entre ambos.

Incluso él, de había dado cuenta de la tensión en el aire.

Steve le miró de reojo.

Tony miraba concentrado su reloj como si esperase algo.

Y como si le hubiese llamado, el castaño giró a verle.

El desvío la mirada.

Stark se rió en silencio.


—Bueno Cap. —Le miró al abrirse las puertas —¿Nos vamos?



—Yo entregaré el informe, tu ve a descansar Sam. —Le dio una palmada en su hombro. —Buen trabajo.

Su amigo dudó, pero asintió y se retiró. Pulsó el botón otra vez.

Las puertas se cerraron.


—¿No podías aguantar más verdad?. —Le reprochó Rogers.


—No sé de que hablas. —Avanzó hasta él con una sonrisa.


—Tony, ni lo pienses. —Le advirtió.



—Estos días estaré ocupado. —Detuvo el elevador. —Tanto, que quizás no podamos reunirnos.


—¿Sucedió algo?. —Stark le resto importancia y le tomó del cuello para besarlo.


Apenas un pequeño roce, pero que le dejó con un calor abrasador por todo su cuerpo.


—Dije que iríamos a tu velocidad anciano. —Se separó, acariciando su labio con su pulgar. —Me llevo esto para el camino.


Antes de que pulsara el botón, Steve le tomó del brazo y le jaló.

Le besó despacio, pero con el hambre creciente que había guardado todos esos días sin probar sus labios. 


—Tengo tiempo ahora. —Jadeo, acariciando con sus dedos el rostro del menor. —No me importaría correr un poco.

Stark sonrió y esta vez fue él quien le besó.

No les importó dejar fuera de uso aquel elevador por un par de horas.

Amor Sin Medida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora