El conocía mejor que nadie los vicios y placeres del mundo.
Pero tenía que admitir que por este, podría incluso dejarlos todos.
—¡Ah, Ah, Ah!
Ignoró que su espalda golpeaba sin control contra su escritorio.
La cual, como todo su cuerpo le pasaría factura luego.
Que su trabajo, estaba regado por el suelo sin consideración alguna.
Que su cuerpo estuviera en una posición incómoda. Casi suspendido en el aire y a punto de caerse.
Todo aquello carecía de importancia al tener al rubio encima suyo cogiéndolo con aquel frenesí.
En cada empate, sus caderas subían a recibirlo desesperado por más.
Steve no le decepcionó.
Le había enseñado muy bien a su rubio.
—¡No pares, hmm sigue Aah, Ah así Steve!
Sus manos ansiosas, marcaban su espalda ante aquel ritmo desenfrenado.
Ojalá durarán bastante.
A Steve, no pareció importarle.
Estaba perdido e hipnotizado del placer en su interior como para notarlo.
¿Había algo más excitante que el choque de sus cuerpos, aquel sonido viscoso y morboso cada vez que le llenaba hasta el fondo?
No había comparación alguna.
Ver aquel brillo de éxtasis en los iris azules de Steve, era tan abrumador.
Ninguno se contuvo, ni en sus caricias, ni voces.
Todo aquello quedaba entre ellos.
Tenía que reconocer, que sus besos eran una agonía para su cordura.
Sus manos, un vicioso artista por grabar con fuego y devoción cada centímetro de su piel.
Sus labios, un adicto pirómano que encendía un fuego abrasador que le quemaban hasta el alma.
Stark, preso del placer comenzó a menear en círculos su pelvis ante cada embestida.
Con ello, su interior apresó con excitante y malvada tortura aquel enorme falo que irrumpía sin consideración alguna su interior.
Estaba cerca. No sería el único.
—¡Tony, voy—Argh!
Lo sabía.
Sabía, que eso lo enloquecía y era justo lo que quería.
El podía ser quien lo jodía, pero Rogers hacía su voluntad.
Le tomó de la nuca, Steve acató sin dudar su orden silenciosa de besarlo.
Ahogando los gemidos de ambos, mordiendo y degustando cada centímetro de sus bocas.
—¡Ah, Adentro hmm Rogers!.
Sintió que se derretía entre sus brazos cuando el éxtasis golpeó sus sentidos.
El rubio acalló su orgasmo contra su piel.
Gimió gustoso al sentir como el mayor lo llenaba de nuevo.
Abundante y caliente.
Steve se dejó caer contra su cuerpo.
Exhausto y satisfecho, hundió su rostro en su cuello.
Stark le recibió y acogió mas que gustoso entre sus brazos.
Sus manos, dibujaron trazos sin forma en sus hombros y espalda.
Pudo sentir el desbocado latir de su corazón contra el suyo. Ambos, luchando por recuperar el aliento.
Entreveró sus dedos en las cerdas doradas y húmedas del rubio.
Aquello era perfecto.
Aspiró con una sonrisa aquel aroma de sudor y sexo que se mezclaba entre ellos.
El cual, empezaba a competir con su favorito, el aroma del café recién hecho por la mañana.
—Creo que. —Besó su mejilla sin aliento. —Empiezo a amar el correr contigo anciano.
Escuchó el suspiro de placer del otro y sonrió como nunca.
Steve no lo sabía, pero ya era suyo.
No pensaba dejarlo ir.
No podía esperar a que al fin el rubio se enamorase tanto como él lo hacía.
ESTÁS LEYENDO
Amor Sin Medida.
FanfictionTony Stark lleva mucho tiempo suspirando por Steve Rogers. Tanto que un día se da cuenta que ese hermoso y tonto rubio jamás se dará cuenta de sus sentimientos por él sino hace algo pronto. Steve Rogers pasa cada día sin vivir en realidad. Envuelto...