Misión.

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Bruce reconocía que tenía que cambiar de estrategia.

El alejarse de Barton parecía tener el efecto contrario.

Había aceptado renuente a su propuesta. Claro que no con eso significaba que serían mejores amigos.

Aún tenía sus dudas sobre sus intensiones. ¿Qué podría querer de él?.

Porque no se creía ese cuento que sólo quería su amistad.

Durante el resto de su recuperación fue un poco más abierto.

Clint no tenía culpa de la manera en la que se sentía.

El tratarlo tan despectivo no era correcto.

Agradeció que por fin llegara el equipo para poder irse.

¿Cómo era posible que una misión se alargará cuatro días?

Por lo menos ahora, con el equipo allí y tras darle de alta al rubio podría marcar distancia.

Dos días habían pasado.

Y sentía que no podría aguantar mas a Hulk.

A dónde fuera que fuese, Barton estaba allí.

En los pasillos, los elevadores, la cocina.

No era tonto para pensar que era sólo coincidencia.

Siempre queriendo conversar con él.

También estaba el asunto con Steve. El cual, a pesar de la partida de Stark todavía le miraba con recelo.

Aunque reconocía que era su culpa por besar a Tony, pero esas miradas le ponían de los nervios.

¿Qué no podía tener un día en paz para variar?.

Ese día el equipo iba a una misión. No dudó en acompañarlos.

Liberar un poco de toda esa tensión acumulada le ayudaría bastante.

No contó con un pequeño detalle.


—¿Es una broma?. —Negó con la cabeza. —No deberías estar aquí.


—Buenas tardes para ti también Bruce. —Le sonrió divertido.


—Acabas de salir de la enfermería. —Le reprochó. —¿No crees que deberías tomar las cosas con calma?.


—¿Estás preocupado por mi?. —Ignoró su comentario y tomó asiento al lado contrario.


Si, odiaba por completo aquella sonrisa.

Justo pensaba despejar su mente un rato y Clint decidía sumarse a ellos.


—Es bueno tenerte de nuevo en el equipo, Bruce. —Una sonrisa lenta se dibujó en sus rojos labios. —Todo saldrá bien. Sólo recuerda como lo hemos practicado.


—Eso haré. —Le sonrió. —Gracias Nat.


Le alegraba contar con su apoyo por si las cosas salían mal con el otro sujeto.

Tras varias horas de viaje, el Quinjet aterrizó.

El equipo se separó.

Fue el último en salir, hasta que le avisaron que era hora.

Cerró los ojos y soltó su respiración en un largo suspiro.

Era hora de cederle el mando a Hulk, eso sí con tres condiciones:


1) Derrotar al enemigo.

2)Proteger a los amigos.

3)Escuchar a Nat.


Al abrirlos, Hulk tenía el control.

Más tarde se daría cuenta que, hubiera sido mejor permanecer en la torre.

Amor Sin Medida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora