Conversación.

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Clint sabía mejor que nadie que la vida golpeaba muy fuerte, pero no todo era tan malo. 

A veces.

Por un  descuido había terminado herido, aunque no era nada comparado como había terminado el enemigo. 

Nunca pensó que eso le ayudaría a tener la oportunidad perfecta para estar a solas con el doctor.

Aunque quizás, las cosas fueran mejor si pudiera hacer que el castaño le mirase al menos.


—¿Te han dicho que eres terrible como compañero?. 


—Tu lo pediste, no yo. —Siguió dándole la espalda ocupado con quién sabe qué.


El rubio gruñó molesto de ser ignorado. ¿Por qué no podía ceder sólo un poco? Aunque si lo hiciera, quizás no sería tan divertido.


—Insisto, qué tienes en mi contra?


—¿Sigues con eso?. —Vio como negaba con la cabeza, casi como si hablase con un niño pequeño. —Ya te dije no tengo nada en contra tuya. ¿Si recuerdas que te acabo de ayudar? Aún tengo cosas por hacer. Me pediste que te hiciera compañía y eso hago, estamos en la misma habitación.


—Entiendo que tu trabajo es importante, pero no puedes dejarlo por cinco minutos?. —Le dijo con reproche. —Es incómodo estar convaleciente y que tu única compañía sea la espalda de otro.


Bruce soltó un largo suspiro.


—Cinco minutos. —Consultó su reloj y le miró. —¿Qué quieres Barton?


—¿Una conversación decente con un compañero?. 


Banner lo meditó.


—¿Sobre qué?. —Por lo menos no se negó.


—Lo que sea. —Se acomodó mejor para mirarle. —El clima, lo que te guste.


Bruce torció el gesto.


 —Incluso de ese compulsivo gusto de Stark por las donas y café. —Bufó divertido. — ¿Acaso tiene complejo de policía o qué?


Se sintió orgulloso de arrancarle una sonrisa.


—Supongo que su mente funciona mejor a base de azúcar. —Dijo casual.


—Te llevas bien con él. —Más que una pregunta fue una confirmación.


—Somos amigos. —Dijo con otra sonrisa. —Sé que su comportamiento deja mucho que desear, pero en el fondo, es una excelente persona.


Clint agradeció verle menos tenso. 

Aunque no le gustó ese punzar de celos en su pecho.


—¿Y, yo puedo ser tu amigo?. —Tentó con una sonrisa.


—Ya tienes suficientes amistades. —Le aseguró con una mueca.


—¿Nunca oíste el dicho "es mejor sumar que restar?". —Alzó una ceja.


—Las restas son más seguras.


—Como solitarias y aburridas. —Bufó el rubio. —Y tú no lo eres, cierto?.


—¿Te han dicho que eres muy insistente?. —Se cruzó de brazos el moreno.


—Muchas veces. —Dijo travieso.


—Quizás deba seguir el consejo de Nat. —Suspiró pasando una mano detrás de su cuello.  —Podría ponerte un sedante y librarme de ti. Así tendría algo de paz y podría regresar a trabajar.


Le agradó ver aquel brillo divertido en sus ojos cafés.


—Creeme, soy peor dormido. —Le dijo en complicidad.


—¿Cómo puede ser eso posible?. —Le miró escéptico.


—Mis ronquidos son más potentes.


Sonrió amplio con la risa del doctor.


—¿Y, lo sabes por?. 


—Me grabé durmiendo. —Le guiñó el ojo. —Aunque si no me crees, con mucho gusto te puedo mostrar el vídeo. Es material inédito, ocho horas de hibernación.


—¡De acuerdo, te creo!. —Negó con la cabeza divertido.


—¿Lo ves?. —Le miró travieso. —No soy mala persona. Sólo debes conocerme mejor.


—Puede ser. —Le concedió aquello.


—Podrías averiguarlo.


Ambos se miraron largo rato.

La sonrisa de Bruce se apagó lento y desvío la mirada hacia la pared.

Barton deseó con ganas saber cual había sido el motivo de cambio en él.


—¿Bruce?


Odió ver como su mirada se oscurecía de nuevo.


—Pasaron los cinco minutos. —Consultó con su reloj, luego se levantó caminando hasta la salida. 


—Oye..


—Tienes razón. —Le miró por encima de su hombro.—No eres mala persona, pero yo sí.

Amor Sin Medida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora