Celos.

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Stark jamás planeó que las cosas terminarían así.

Mucho menos, que su hermano de ciencias le besaría esa noche y que Steve le arrastrará fuera de la fiesta.

Bueno. Si lo pensaba bien, no era del todo malo.


—¡Ya salvaje, suelta!. —Se frotó la muñeca al quedar libre de su agarre.


—¡¿Qué demonios hacías en frente de todos?!. —Alzó la voz el mayor.


—Estaba siendo responsable viejo. —Bufo. —Tú eres el que actúa como loco arrastrándome como si fuera un muñeco de trapo.


—¿Responsable, tú?. — Le miró escéptico. —¿En dónde está lo responsable en lo que hacías?.


—Mi plan era que Hulk no se colara en mi fiesta. —Torció la boca el menor. —Gracias a ti, ya debe estar destrozando mi sala y sirviéndose un martini. 


—¿Y por eso te besas con cualquiera?. —Le reprochó con furia.


—Cierra la boca Rogers. —Le señaló enojado. —Bruce no es ningún cualquiera. Si te atreves a insultarlo de nuevo te romperé esos perfectos dientes.


—No podrías ni queriendo.


—Tal vez no lo he querido lo suficiente. —Le retó el menor.


El mayor apretó la mandíbula furioso.


—¿Y, desde cuándo te importa lo que hago o no con los demás? —Ladeó su cabeza con una sonrisa. —Cuidado Cap, parecería que estás celoso.


El mayor avanzó hasta él, pero no retrocedió ni un paso.


—Me importa cuando tus acciones avergüenzan al equipo.

El castaño rodó los ojos frustrado.

Rogers no era más idiota porque sencillamente no sabía que podía subir de categoría.

¿A quién demonios trataba de engañar cuando era más que obvio que se moría de los celos?.


—¡Claro, porque me importa tanto lo que piensa la gente de mi!—Ironizó. —Deja que lo anote en mi lista de "las cosas que me valen una mierda".


La mirada del rubio no podía ser más gélida.

Ambos se miraron en silencio por un largo rato.

Bueno, si él no pensaba hacer algo quizás podría motivarlo un poco más.


—Si es todo lo que querías viejo, me retiro. —Sonrió con malicia. —Mi Brucie seguro que me extraña. Odiaría hacerlo esperar más.


No avanzo ni dos pasos.

Rogers le tomó del traje y le pegó contra la pared.




—¿Qué quieres aho—


Steve le calló frotando su antebrazo contra su boca.

Con un golpe alejó su mano de su rostro.


—¡Joder, Steve!. —Se indignó el menor. —¿Qué demonios—

Habría sonreído.

Si no fuera porque su boca era asaltada de esa manera.

Pero ahora, tenía mejores cosas que hacer. Disfrutar de ese delicioso y furioso beso, era su prioridad.

Amor Sin Medida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora