Capítulo 4. Sanando un corazón roto

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En medio de la locura no hubo tiempo para pasar a algún lugar por ropa limpia para mí, a pesar de mis reclamos, Zu insistió en que yo importaba poco y que Amy era prioridad.

Tenía razón, ella era prioridad, pero podría haberme pasado unos pantalones o unas botas, incluso un par de calcetines habrían sido suficiente.

No, iba en las mismas pintas en que me había escapado del hotel hacia el departamento de mi tía.

¿Por qué el departamento de mi tía, se preguntarán?

Pues porque Zu vivía con su hermano en su departamento y no iba a llevar a Amy en su estado con Carlos (porque él era periodista y le gustaban los chismes, y Amy es una figura pública), y Amy se puso como loca cuando Zu le dijo que iría al departamento que comparte con Peter. Yo había desaparecido y quedarse en Revolution era mala idea, y mi tía insiste en que su puerta está siempre abierta.

Especialmente ese fin de semana que fue a Las Vegas para la despedida de soltera de una de sus mejores amigas.

-Deben haber terminado, ella debe haberse dado cuenta que era un imbécil y cortó con él. -Determinó Zu. -Es la explicación más lógica.

- ¿Conoces a Amathist, Zureika? Ella desea arreglarlo todo, los finales felices son su especialidad. Si se daba cuenta que Peter era un idiota habría querido ayudarlo, algo peor definitivamente pasó. Y ella no habría terminado con él por voluntad propia.

-No puedo pensar en algo peor.

Yo sí, pero no era bonito. Remonté mis recuerdos al cumpleaños de Zu, cuando Peter no paró de verle el trasero a la prima de Zu (modelo que trabaja en Chill'in) y luego desapareció, igual que ella, por una hora o un poco más. Se lo mencioné a Amy, pero ella dijo que él se había ido a su departamento por algo.

Era un mentiroso de mierda y debí haber insistido en hacerle entender eso a Amy, incluso si eso significaba hacerla entrar en razón a golpes.

Mi amiga era de las personas más inteligentes que conocía, pero cuando se trataba de amor era terriblemente ciega. Sus padres habían tenido el matrimonio soñado, su familia estaba forjada a partir de un profundo amor. Ella creía en esas cosas, creía en el romance, y muchas veces no veía que las cosas no eran tan bellas como ella pensaba.

Entramos al condominio de lujo de mi tía (ella vivía en un condominio 5 estrellas y yo vivía en un piso en el centro que se caía a pedazos, pero a ella no le importaba), y nos estacionamos en el primer lugar para visitas desocupado.

Cubrí mis piernas y revisé el tatuaje sobre mi clavícula. Aun no se infectaba. Mi yo borracha había ido a tatuarse, aparentemente, a un lugar limpio.

Bien, borracha y todo tomaba buenas decisiones para mi salud... Pero aún no recordaba si había usado condón.

- ¿Tienes una pastilla del día después? -Pregunté a Zu sin mirarla directamente. Abrió la guantera de su auto y me la dio. La tragué con un poco de agua que quedaba en una botella en la puerta. Mejor prevenir que lamentar.

Bajé del auto y cubrí mi cabeza con la capucha de la chaqueta. Zu empezó a reírse.

-A eso le llamo la caminata de la vergüenza. -Le dio una palmada a mi trasero que resonó por todo el estacionamiento. – Pero dime que no lo disfrutaste.

-No recuerdo nada.

-No importa si lo recuerdas o no, los chupones y el dolor en la cadera son la respuesta a esa pregunta. Apenas si puedes caminar, eso es buen sexo. -Se queda en silencio unos segundos. -Fue consensuado, ¿cierto?

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