Capítulo 17. Un cumpleaños subido de tono

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Ese día no permití que nada me amargara la vida. Me desperté, desayuné cereales con leche, vi un capítulo de Lucifer (Tom Ellis esta como quiere) y me vestí de forma cómoda porque más tarde, ese mismo sábado, iría al cumpleaños número cincuenta y cinco de mi abuela.

Ni siquiera dejé que el diablo arruinase mi día con sus demostraciones físicas o sus comentario desagradables, que en realidad no eran tan desagradables porque eran verdad, todos tenían que ver con la falta de comida en el refrigerador o los pelos en el baño cuando me cepillaba, pero él no tenía derecho a comentar sobre esas cosas. Ese día solo pasé de él como si nada.

Ese era un buen día y no dejaría que ese maldito me lo arruinase.

Aunque no pude evitar fijarme en su culo cuando se retiró a su habitación luego de que se dio cuenta que ese día no iba a caer en sus provocaciones. Puede que Tom Ellis este como quiera, pero el verdadero diablo, el que vivía en mi casa, estaba mucho pero mucho mejor.

Malditas hormonas, ¿por qué me distraigo con eso? Debería estar concentrada en lo verdaderamente importante.

Los Conejotes del club.

Sonreí con malicia cuando pensé en ellos. Esa noche prometía ser divertida, y no solo porque mi abuela estaría celebrando como loca, sino porque esos strippers marcarían la diferencia en algunas cosas.

Por ejemplo, Amy y su "clavo saca a otro clavo". O mi tía y su intento de ser conservadora, lo cual era solo una fachada ridícula.

Muy fashionista seria será, pero es caótica y le gusta la fiesta, como a mí. Pretender lo contrario solo le traerá dolores de cabeza.

Me dieron ganas de empezar a carcajearme como loca, pero me contuve y fui al baño a ducharme. Mi tía me había pedido que llegase un par de horas antes al local que había rentado para la celebración (una casa de eventos en el centro de la cuidad con luces, DJ y bar), pasa así asegurarme de que las cosas funcionasen como ella había pedido.

Mi tía era de organizar cumpleaños sutiles, simples y agradables, bastante familiares, o al menos así era con los que había hecho para mí y para la abuela, pero se llevaría una verdadera sorpresa al descubrir que ese cumpleaños sería todo menos familiar.

No apto para menores de dieciocho.

En una bolsa metí un bonito vestido de lentejuelas y tacones, cepillo de dientes y de cabello, y me dispuse a irme, pero antes grité hacia la habitación de invitados.

- ¡No volveré hasta muy tarde, deja la puerta abierta! -No esperé respuesta de mi compañero de piso y me largué, sintiéndome como una niña antes de Halloween.

Esta noche Desiree Michel tiene caramelos.

Mi abuela se veía muy feliz bebiendo vino con sus amigas del asilo, y también con sus amigas que no estaban en Happy Days. Eran un total de cuarenta mujeres mayores de cincuenta años, celebrando y riendo, y las personas más jóvenes era mi tía, su grupo de cuatro amigas, Amy, Zu y yo.

-Esto está bastante... Tranquilo. -Comentó Zu bebiendo cerveza.

Hasta el momento nos habíamos resistido a beber cualquier cosa demasiado fuerte porque queríamos estar conscientes cuando el show empezara, y si mis predicciones estaban en lo correcto, cuando esto pasara la fiesta definitivamente iba a animarse un poco más.

Miré el reloj. Eran recién las nueve. A las nueve treinta llegaba Hugo con su equipo.

-Tranquila, querida saltamontes. -Sonreí con malicia y oculté mi sonrisa detrás de mi vaso. -Esto se prenderá en cualquier momento.

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