Capítulo 5. Veinte parece un poco excesivo

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Había logrado que Amy se riera, y eso había logrado que el ambiente se aligerase, y Zu ya no quisiera matar a todo el mundo.

Porque Amy se reía, y era imposible no reír cuando ella lo hacía. Su risa era contagiosa.

Pero solo fue momentáneo... Estaba muy herida como para reír. No importaban nuestros esfuerzos, ella no volvía a tener su brillo tan característico.

Y era culpa del malnacido de su, ahora, ex.

Dios, no saben la calma que me generaba saber que estaba soltera nuevamente. Volvería a ser la Amy de la escuela que se sentaba en las esquinas a leer y escribir, que se reía por cualquier idiotez y que no se limitaba porque un hombre se lo pedía. Volvería a ser ella, porque la verdad es que se había perdido cuando había estado con Peter.

Supongo que por eso Zu y yo nunca hemos podido establecer una relación amorosa muy estable, porque veíamos de ejemplo a Amy. Zu disfruta su libertad de ir y venir, salir con varios chicos, beber, disfrutar. A Zu le gusta no pertenecerle a nadie más que a ella, y un novio definitivamente le quitaría eso, o eso decía ella siempre. Nunca había estado demasiado en una relación como para confirmarlo.

Yo, por otro lado, además de la tendencia familiar que existe de que los hombres se vayan de mi vida, no me creo capaz de lograr adaptar mi vida a la de otra persona. Me gusta mi soltería, me gusta mi forma de ser, y no cambiaría por nadie eso.

Pero, de todas formas, hay veces en las cuales pienso en cómo sería tener a alguien que te amase incondicionalmente por quién eres, que se quede contigo en las buenas y en las malas, que no te abandone por nada del mundo y, más importante aún, que me ame de la forma apasionada que mis amigas y mi familia no puede.

Se me olvida rápido, pero me lo he preguntado.

-Déjame ver ese tatuaje de nuevo. -Amy reviso mi clavícula con diversión. Sonrió, pero el brillo no llego a sus ojos. -Veo que de tantas veces que te molestamos con tu nombre, algo debe haber entrado en tu cerebro. Tu yo borracha es muy susceptible a los mensajes subliminales.

-No molestes. -Gruñí tapándome de nuevo. -Le pudo haber pasado a cualquiera.

-Pero es divertido porque te pasó a ti. -Se rio Zu. Fruncí el entrecejo y le di un golpe en la cabeza con fuerza. - ¡Ay! ¡No me pegues, no ves que estoy manejando!

-Ojos al frente. -Advertí con el dedo. Sonrió burlesca y siguió manejando en silencio.

Suspire con cansancio y recargue mi cabeza contra el vidrio del auto de Zu. Estaba cansada y me dolía el cuerpo, y quería dormir, irme a mi departamento y no despertar hasta el lunes temprano e ir a trabajar.

Pero soy una buena amiga, y no planeo dejar a Amy sola. Además, Dina Mutterfield solo respondería a un llamado mío, no de las chicas, y si quería hacer pagar a Peter necesitábamos de ella y su papel en los medios.

Y de los somníferos que Zu siempre traía en su cartera, por alguna razón que incluso ella desconocía.

De camino al departamento de Amy compramos unas latas de pintura en spray roja e hice la llamada a Dina. Compramos helado y bolsas de basura.

Ese día iba a ser bastante interesante, quizás debimos haber pasado a la comisaria a informar que íbamos a hacer un par de idioteces, pero lo peor que podía pasar era que tuviésemos que pagar una multa. Mi tía se podía hacer cargo de eso luego de que le explicara por qué había terminado en una situación tan rara.

"Tía Ava, todo comenzó con una noche en que Amy sufría y yo decidí tener una escena de borrachera que me llevo a la cama de un desconocido en un hotel. También tengo un nuevo tatuaje y Peter engañó a Amy, así que en medio de la locura por defender el honor de nuestra amiga hicimos todo lo que se nos acusa haber hecho, pero admítelo, no es lo peor que hemos hecho... Y fue una buena causa".

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