Capítulo 13. Interés en la diabla

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Will.

Estaba paseando por el centro de Los Ángeles, recorriendo un poco la ciudad en que viviría. Bueno... No en el que viviría porque sospechaba que pasaría gran parte de mi tiempo ahí trabajando, pero serían cuatro años de todas formas y me gustaba saber aunque fuese un poco del lugar donde vivía.

Iba pasando junto a una boutique cuando me encontré con un rostro familiar que venía de comprar con aire distraído.

-Zureika. -Saludé a la chica que había conocido en Chill'in. Diseñadora, muy agradable, y muy coqueta también.

Pero no había intentado nada conmigo más allá de un inocente coqueteo, lo cual había sido bastante reconfortante.

-Will. -Saludó con animosidad. Tenía unos grandes ojos negros, cabello negro rizado y piel morena, era realmente muy atractiva y sexy, y tenía un cuerpo que realmente incitaba a querer llevarla a la cama.

Pero a ella no parecía importarle demasiado ese detalle y pasaba de todas las miradas cargadas de lujurioso deseo que recaían en ella. Incluso pasaba de la mía, y estaba seguro de que era difícil resistir a mi mirada.

Pero aunque la mirase de esa forma, no me interesaba acostarme con ella. Además de que trabajaríamos durante un tiempo juntos, y sería una mala decisión, lo que prefería era coquetearle sin llegar a ningún extremo. De la misma forma que ella lo hacía conmigo.

-Qué raro verte por aquí. -Mascullo recargando su peso en una sola pierna, logrando solo que su culo se viese más grande y su cintura más prominente. - ¿De paseo?

Asentí y evité mirarla demasiado. Ella era una verdadera tentación, un pecado capital si era posible, demasiado atractiva para ser solo diseñadora, fácilmente podría ser una modelo, fácilmente podría ser lo que quisiera... Pero sospechaba que nada era fácil con ella, así que prefería mantener nuestra relación a simples coqueteos sin importancia.

Ella era una cazadora, como yo, y no sucumbía de la misma forma que las presas. Mejor dejarla sola por su camino.

-Algo así, quiero conocer un poco la ciudad. -Admití moviéndome para dejar pasar a unos ciclistas. - ¿Tú?

Me mostró las bolsas de compra.

-Voy a preparar la comida en casa. -Respondió con una sonrisa. Se quedó en silencio unos segundos. - ¿Quieres venir? Apuesto que mi hermano te puede prestar uno de sus mapas para conocer mejor la ciudad.

Vaya, qué considerado de su parte, y muy inesperado también. Me pregunté si quizás tendría segundas intenciones, pero cuando la vi directamente me di cuenta de que solo trataba de ser amable con el pobre inglés en América.

Asentí y acepté su propuesta pues lo ofrecía con una intención transparente. Ella ya había dejado claro que no planeaba acostarse conmigo.

La acompañé caminando hasta su departamento y la ayudé con una de sus bolsas. En el camino ella me habló un poco de la ciudad, de los lugares que podría visitar y de los barrios que debería evitar. Que la playa era agradable en ciertas épocas y que evitara el teatro de películas mudas de la calle Wyoming porque solo mostraban porno silencioso y en blanco y negro.

Realmente fue una conversación agradable, y siguió cuando llegamos a su departamento, el cual no tenía muchas cosas interesantes. Algunas cámaras, unos cuadros y algunas fotos, pero parecía un departamento común y corriente donde vivían dos hermanos.

Demasiado ordenado quizás, y muy limpio. Supuse que los hermanos Rodríguez eran muy cuidadosos con el orden y la limpieza.

Ella sacó las cosas de las bolsas y me ofrecí a ayudarla, pero me dijo que no.

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