Capítulo 23. Comodidad

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Después de dejar a las chicas despiertas, desayunadas y conscientes de todo lo pasado la noche anterior, decidí caminar hasta mi departamento. Era lo más sano y cómodo.

De camino pasé a una cafetería y compré unas donas y café caliente. Presentía que Will lo necesitaría. No debería consumir esas cosas por los granos y todo eso, y él era de tener cuidado con su alimentación, pero no me rechazaría unas donas.

Sonreí con diversión.

Esperaba que hubiese disfrutado la noche anterior, llevaba una semana bastante agotadora entre sus filmaciones y sus sesiones de fotos, era bueno que saliera y liberase tensiones, de una forma que podía haberlo hecho haciendo ejercicio, pero no juzgaría sus métodos.

Llegué al departamento y dejé en la encimera el café y las donas. Tomé mi cabello en una coleta y me cambié de ropa por algo más cómodo en mi habitación.

Busqué algo ancho, alguna polera de hombre de las muchas que tenía, y que sacaba de la bodega de Chill'in, para aquellos que tengan cualquier otra idea al respecto, y encontré una camisa lo suficientemente grande como para pasar por vestido.

Cuando volví a la cocina, Will estaba recostado en el sofá con un brazo cubriendo su rostro. Se veía derrotado, más que durante el resto de la semana.

Tomé el café y las donas, y se las ofrecí como una señal de paz.

- ¿Cómo estuvo tu noche? -Me interesé con suavidad.

Sacó el brazo de su rostro y me miró con abatimiento. Parecía muy cansado, y para nada estimulado como yo había esperado encontrarlo.

Casi parecía avergonzado.

- ¿Pasó algo? -Pregunté con preocupación. - ¿La chica de anoche no hizo feliz al pequeño Willy?

Lo dije a modo de pregunta burlesca, del mismo modo que lo hacía siempre que le decía el ridículo apodo que Zu le había dado a su miembro, y que él había aceptado divertido, pero cuando se incorporó y empezó a comerse las donas, supe que algo andaba mal.

- ¡Cuidado con el acné!

- ¡No pude hacerlo! -Chillo, ignorando mi comentario anterior y pasándose las manos por el cabello. - ¡El pequeño Willy no hizo de las suyas!

¿Bromeaba, cierto? Porque, de mis pocos recuerdos de la noche lejana que pasamos juntos, el pequeño Willy nunca decepcionó. Y luego estaba el hecho de que él siempre parecía conforme con sus habilidades.

- ¿Qué? -Me reí mirándolo realmente acongojado. - ¿No hizo pup? -Hizo un gesto con mi dedo índice de levantarse. Sacudió la cabeza. - ¿Nada de nada?

-Nada. -Lloriqueo recargando su cabeza en mi hombro. Manchó la camisa con glaseado. -Estaba de buen humor, la chica era candente, fuimos al hotel, empezamos a desnudarnos... Y nada.

Quise reírme, pero se veía tan dolido que sentí que lo mejor era no hacerlo. Conocía ese temperamento que mantenía escondido bajo las risas.

-Quizás estabas muy cansado, quizás no era el momento. -Le tranquilicé. -Has tenido mucha presión estos días.

- ¡Pero yo quería! -Informó con cansancio. -Incluso la chica intentó estimular al pequeño Willy...

-No quiero conocer detalles. -Indique rápidamente. -Quizás estabas cansado, tu próxima cacería será todo un éxito. -Le alenté. -Tu hombría no deja de existir porque el pequeño Willy no hizo pup. Solo prueba que eres un humano que se cansa y que no siempre está dispuesto.

-Pero...-Intentó replicar. Lo callé.

-Te lo iré de otra forma, Will, y recuerda que te lo digo como una amiga. -Tomé una profunda inspiración. -No eres una máquina sexual, esa es la realidad. Llevas una semana agotadora, quizás vas a vivir varias semanas agotadoras y, aunque tengas ganas, el cuerpo falla. Debes empezar a dejar de preocuparte tanto en saciar tus "necesidades" y empezar a velar por tu salud física y mental. Descansa, date un tiempo, ve al gimnasio, y si vuelves a tener ganas pues... Vuelve a tus tendencias habituales.

Le alargué el café y él lo tomó a regañadientes. Luego de tomar un sorbo me miró con curiosidad y luego con diversión.

- ¿Qué? -Pregunté bebiendo de mi café.

-Me preguntaba dónde la había dejado. -Musito mirando la camiseta.

Me atraganté con el café. Dios, ¿acaso me odias? ¿Dejas que mi madre te de consejos sobre cómo controlar mi vida? Porque no es divertido que, de toda la ropa que tengo en mi armario, escoja precisamente la camiseta de Will.

-Ni una palabra al respecto. -Señalé. Se rio y la conversación anterior quedó en el olvido, aunque sospecho que estaba meditando mis palabras.

Me senté junto a él y encendí mi pequeña televisión anciana, poniendo una película que pasaban por el cable. Tenía varios cabes que me permitían conectar mi computador a la televisión y me permitían ver series, pero la verdad es que disfrutaba demasiado las cosas que pasaban por la tele.

- ¿Por qué tienes esa televisión antigua? -Preguntó Will. Boté un suspiro.

-Era de mi madre. -Respondí encogiéndome de hombros, sorbiendo de nuevo mi café. -Casi todas las cosas viejas que hay en este departamento lo pertenecieron, me gusta tener sus cosas, me hace sentirme unida a ella.

Asintió y no hizo más preguntas. Ambos nos concentramos en la película hasta que empezaron los comerciales, entonces me preguntó qué tal mi salida de chicas.

Por supuesto, le conté todo con lujo de detalles. Desde que había ido al baño y había encontrado a mis amigas bailando, incluso detalle el incidente con Peter y el hecho de haber visto a un Brandon borracho compartiendo un momento íntimo con Zöe.

-Amante ocasional. -Sacudió la cabeza con diversión cuando le dije el apodo que Zöe le tenía a su amigo. -Se lo gana por ser un enamoradizo sin remedio.

Seguí con mis sucesos nocturnos hasta la charla un poco subida de tono con Kyle sobre su sofá. No se por qué lo relaté con lujo de detalles, quizás porque me sentía cómoda haciéndolo, quizás porque él parecía legítimamente interesado. Quizás solo porque quería.

-Desiree Eva Michel, eres toda una cazadora. -Se rio dándome un empujón con su hombro. -No esperaba que fueses tan atrevida.

-Ni yo, pero solo...-Hice un gesto con mis manos. -Salió.

Sonrió y dejó su café a un lado.

-Espero que él sepa apreciar esas veces que "sale". -Hizo comillas con sus dedos. -Eres una buena chica, no te mereces menos que un chico que se quede siempre contigo, y que saque lo mejor de ti.

Sentí que sus palabras tocaban mi corazón de una forma que nunca creí que me tocaría. Eran tan sinceras y dulces... Algo que nunca habría esperado de él.

-Gracias. -Murmuré sintiéndome cohibida.

Pasamos el resto de la tarde viendo películas.

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