Capítulo 34. Sigo amándote

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Un día antes de mi cumpleaños, y un día antes del aniversario 23 de la muerte de mi madre, estaba en mi departamento viendo una película de Lily Collins con palomitas y chocolate caliente.

Se acercaba el otoño y se sentía el cambio de temperatura en el ambiente, poco, pero se sentía.

Iba por la mitad de la película cuando escuché algo estrellarse contra la puerta.

Así que, obviamente careciendo de instinto de autopreservación, me levanté a revisar y asegurarme de que no hubiese sido alguien importante. Solo por seguridad, también tomé mi teléfono y tenía el 911 en discado rápido.

- ¡Des!

Importante, quizás. Imbécil, definitivamente.

Frente a mí, con su cabello rubio desordenado, su ropa desordenada y la mirada ligeramente perdida se encontraba la razón por la cual llevaba varios días durmiendo terriblemente

-William. -Lo miré en el suelo. Un fuerte olor a alcohol llegó a mi nariz. -Estas ebrio.

Sacudió la cabeza y luego comenzó a reír asintiendo.

Con lo que me toca vivir, ¿no?

-Iba a mi casa, ¿Qué haces en mi casa? -Preguntó, confundido.

No lo mates por ser un borracho confundido, no lo hagas.

-Esta es mi casa. -Recalqué mirando por las escaleras. Había llegado solo.

Solo y ebrio, perfecto.

-No, no, no... Esta debe ser mi casa. -Asintió y se levantó tambaleante del suelo. -Si estás tú significa que es mi casa.

Entró al departamento y se dejó caer en el sofá.

A pesar de su estado, se veía bien. Quizás un poco más delgado, pero tan bien, atractivo y sexy como siempre.

Suspiré. Su regazo se veía cálido y sus brazos se veían tentadores, pero estaba ebrio y no habría sido correcto.

Además, seguía molesta. Puede que él se viera realmente atractivo y cómodo, pero yo seguía molesta, y él seguía siendo el mismo idiota que había decidido alejarse como un cobarde en vez de hacerle frente a sus emociones.

Y, a pesar de que mi autocontrol estuviera al límite, aún tenía un poco de consciencia de mis actos.

Pero eso que sentía en ese momento, a pesar de poner toda mi fuerza en ello, no era sano. Era intenso y me empujaba a rodear su cuerpo con mis brazos y enterrar mi nariz en su cuello. Me inspiraba a acercarme y jamás alejarme.

Por eso decidí que sería mejor alejarlo de mí pero no dejarlo solo y a la deriva, porque jamás me perdonaría si algo llegaba a sucederle.

-A dormir, borrachín. -Ordené dándole un empujón. -Vamos, William, debes ir a dormir y dejar de joder.

Se levantó con una velocidad poco habitual, y muy anormal, en un borracho y me atrapó entre sus brazos, acariciando con su nariz la curva de mi cuello. Sin poder evitarlo, solté un jadeo, entre de impresión y de emoción. Mi cuerpo y mi mente lo reconocían, él era para mí como yo para él.

Pero no era posible, no de momento.

-Will...-Advertí pero él no me soltó.

-Te amo. -Suspiro contra mi cuello. Mi cuerpo completo se tensó al oír esas palabras. Esas dos palabras que jamás habíamos pronunciado, que jamás habría esperado que... Simplemente que significaban demasiado. -Te amo tanto que duele, arde, quema... Te amo, y sé que es amor porque tú eres mi lugar seguro, puedo ser yo mismo contigo, puedo hacer lo que quiera contigo. Te amo, es amor, no puedo equivocarme con una cosa tan importante como esta.

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