Capítulo 31. Un simple beso...

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Llegué a mi habitación y me saqué los zapatos casi lanzándolos por la ventana.

-Malditas obras del demonio, las odio mucho. -Las dejé en una esquina de la habitación. Los había soportado estoicamente durante toda la noche, pero la verdad es que no veía la hora para sacármelos. -Y todo por verme quince centímetros más alta. Odio a la gente alta por poner expectativas en la gente baja.

Y estaba hablando sola. Camil y mi tía han quedado en la gala, yo me había regresado al hotel antes.

Básicamente porque al día siguiente tenía mucho trabajo, más del que mi tía tendría, y debía descansar un par de horas más para rendir al cien en mis capacidades y evitar catástrofes.

En ese sentido mi tía la tenía sencilla. Ella solo debía sentarse y verse orgullosa, se preocupaba poco de la organización y de que todo saliese bien, la que se hacía cargo de eso era yo. Pocas veces algo fallaba, cosa que agradecía, pero esas veces era yo quien tenia que apresurarme a solucionarlo.

Con una toallita desmaquillante me quité el poco maquillaje con el que Zu me había enviado a la fiesta y solté mi cabello, relajando mi cuero cabelludo.

Había disfrutado bastante durante la velada. Siempre acompañada por Jason, el cual claramente había estado coqueteándome durante todo momento, al igual que yo con él, quien miraba mis pechos sin contenerse, aunque tampoco es que se la pusiese fácil con ese escote ajustado que llevaba.

Con él pasee durante toda la fiesta, conversando y riendo, y actuando como nunca había actuado.

Coqueta.

¿En qué me había convertido para llamar la atención del hombre que me gustaba? En una coqueta sin remedio.

Pero, al final de la noche, me había despedido de Jason dejando un beso en su mejilla, prometiendo llamarlo y alejándome sin mirarlo dos veces. Ambos sabíamos que eso era todo.

Luego había llegado al hotel y estaba en proceso de sacarme todos esos arreglos y brillos, colocarme una de mis poleras de hombre anchas y acostarme a dormir.

O eso creí.

Estaba sacándome los aretes y estaba a punto de deslizar el vestido fuera de mi cuerpo cuando sentí la puerta ser tocada con suavidad. En mi inocencia, creyendo que era Zu, indiqué que estaba abierta y permití que, quien estuviera esperando afuera, entrara.

-Tu vestido causó furor, Zu. -Mascullé sacándome el collar. -No me sorprendería que te llamaran por otros quince diseños esta misma noche. Mi tía va a tener que protegerte.

Me giré para dedicarle una sonrisa pero no me encontré a Zu detrás de mí.

-Tú no eres Zu. -Señalé borrando la sonrisa de mi rostro.

No esperaba esto tan rápido, y tampoco lo esperaba de esta forma. Aun no había tenido tiempo de meditar todo lo que había pasado en la fiesta.

-A no ser que me hayan crecido pechos y trasero, y tenga una cintura mínima, no, creo que no soy Zureika. -Respondió William con una sonrisa nerviosa.

Nervioso... Él estaba nervioso.

Lo revisé con la mirada. Ya no traía su chaqueta y su corbata estaba un poco desatada. Se veía ligeramente perdido, asustado quizás.

- ¿Qué haces aquí? -Pregunté intentando no sonar grosera. No quería ahuyentarlo, yo había querido provocar esa visita... Pero no sabía si estaba lista para lo que fuese a ser revelado en esa conversación.

Tomó una bocanada de aire observando mi cuerpo con velocidad y deteniéndose por unos segundos extra en mi tatuaje. Nuestro tatuaje.

Deseo ardió contra mi piel cuando sus ojos se posaron en él.

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