Capítulo 21. Intentando ser amigos...

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Salí del departamento muy temprano pues había recibido un correo urgente de mi tía la noche anterior.

Y era sobre trabajo, entonces debíamos hablarlo en la oficina con un café y varias carpetas a mano.

De camino a Chill'in compré dos cafés, uno para mi tía y otro para mí, y al entrar a la empresa recordé a Kyle.

¿Qué éramos? ¿Novios, pareja, estábamos intentándolo o era complicado? ¿Debía llevarle café, saludarlo con un beso en la mejilla o besarlo en los labios?

No tardé demasiado en obtener respuesta pues, al llegar a mi piso, lo encontré dirigiéndose a su oficina con su propio café. Bien, entonces el café no era necesario. Ahora lo del saludo.

Me acerqué con una sonrisa.

-Buenos días. -Saludé. Dejó un rápido beso en mis labios y sonrió.

-Los mejores. -Determinó y se retiró a su oficina.

¿Es normal que sienta que mi corazón se va a salir de su lugar?

Con disimulo coloqué mi mano en mi pecho y sentí mi corazón desbocado. No, no era normal. Al menos no en mí. Tampoco me parecía normal no haberlo recordado hasta haber llegado a la empresa.

Y eso me debió haber preocupado, pero estaba demasiado interesada en la charla con mi tía como para preocuparme por mis emociones.

Entré a su oficina y la encontré esperándome mientras revisaba su computadora con aire analítico.

-Te traje café. -Anuncié dejándolo junto a ella. -Y saludos de mi madre desde su tumba.

Tomó un sorbo del café y suspiró.

- ¿Fuiste a verla?

-Sigue bajo tierra, si eso te preocupa. -Señalé tomando mi lugar en un asiento. -Le dejé flores, hablé un poco con ella. Me dio una solución para todos mis problemas...

-Se escucha como algo que haría Eva. -Admitió y luego me miró con intensidad.

Sus ojos grises, iguales a los míos, siempre me generaban una extraña sensación de incomodidad cuando me miraba directamente. Cuando era niña, era con esa mirada que me castigaba, y con esa mirada yo admitía todas mis travesuras.

Podrá no parecerlo ahora, pero era mi tía Ava quien se encargaba de mis castigos y de ser la mano dura en casa, no mi abuela como cualquier hubiese supuesto. Mi abuela era la liberal, la que me daba permiso hasta la hora que yo quisiera en las fiestas, la que me dejaba hacer lo que yo quería sin castigarme. La abuela era la que estaba menos en casa por el trabajo, así que el trabajo duro lo tenía mi tía.

Tía Ava era la que me daba horarios de llegada, condiciones y me exigía que le informase de mis andanzas. Ella me castigaba de niña cuando era necesario, pero también era ella la que escogía todos los años mi regalo de cumpleaños y de Navidad. Mi tía siempre me conoció mucho mejor que mi abuela.

Y siempre sospeché que era porque mi tía y mi madre compartían su vínculo de gemelas, y Ava se sentía como mi madre. Jamás podría reemplazar a Eva, pero la tía Ava había estado ahí toda mi vida, me había criado, había dedicado horas y horas de su vida a mi... Eso era lo que una madre hacía.

-Estaba preocupada por ti el sábado. -Informó con suavidad. -Te veías cansada y preocupada... Y luego empezaste a beber. -Sacudió la cabeza. - ¿Strippers, en serio?

-Ella los quería, ¿viste su cara de felicidad? Los amó, y todas disfrutaron... Incluyéndote.

-Si, algunas disfrutaron más de lo debido. -Comentó sacudiendo la cabeza. -Amy estuvo...

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