Capitulo 24 Silencio.

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Llego a casa valiendome un bledo asotar la puerta, con mis manos tiro todo lo que se encuentra en la mesa (jarrones, fotografías, recuerdos de fiestas), Lid salio preocupada de su habitación.

- Si llegan mis padres diles que no molesten, de paso si alguien pregunta por mi diles que se larguen junto con sus disculpas estúpidas. - subo las escaleras asotando mis tacones.

Entro a mi habitación, arrojo mi bolso al piso. Tomo mis recuerdos con Bastian, los hecho a la basura uno a uno tratando de revertir mis sentimientos, pensando en los errores cometidos en mi pasado, la verdad es deprimente. Me miro en el espejo, estoy fatal ya solo me falta un gorro para parecer bruja.

Abro la llave del lavabo, me limpio la cara con mis manos.

Abro la regadera, me tiro en el piso llorando mientras el agua caliente cae sobre mi espalda.

Me quede bastante tiempo allí. Seguro y ya esta amaneciendo afuera

No puedo siquiera afrontar mis problemas, soy una idiota, por eso todos se aprovechan de mi inconsciencia.

Salgo del baño limpiando mis ojos que aún siguen cristalinos. Miro mi reflejo en el espejo. - Idiota, estúpida. - entonces hago algo que en mi vida sería capaz pero en estas condiciones no me importa. - Te odio. - golpeo con demaciado fuerza el espejo tanto que se destroza en miles de pedazos como mi corazón. Puedo sentir la sangre escurrir de mis nudillos, gotas que arden, a su vez me satisface el sentir dolor físico porque el dolor sentimental es mucho peor, con ambas manos arrojo al piso mi fila de perfumes del tocador.

Todas las trabajadoras de mi casa me imploran que abra la maldita puerta, las ignoro. Un vacío se apodera de mi en todos los sentidos. Me dejo caer al suelo frió donde puedo sentir pedazos de vidrio cortando mi piel (sobre todo en mis rodillas) - desaparezcan todos. - grite apunto de dejarme caer.

- Señorita Evans abra la puerta por favor. - no escucho a nadie o no quiero hacerlo. - Nat dejanos ayudarte querida.

- No necesito de nadie, no quiero undir a alguien con mis problemas. - miro detenidamente mis manos ensangrentadas, con pequeños pedazos de vidrio incrustados como dagas.

Es evidente. Necesito ayuda. Pero mis padres fueron a un viaje de negocios, no tengo a nadie. Estoy undida, sola.

- Te necesito, ayudame. - necesito su consuelo como de niña.

- Nat? - reconocí su voz e inmediatamente levante mi cabeza que anteriormente miraba el daño que me hise a mi misma. - Amiga no hagas algo de lo que puedas arrepentirte.

- ¿Porque León? ¿Qué hice mal para merecer algo así?

- Dejame ayudarte Pequeña. Abre la puerta. - escucho como se recarga en la puerta. - No te quedes allí. - mire el desastre en mi cuarto que ahora parece un tiradero de basura y dolor.

Me levanto del suelo limpiando mis lágrimas. Asenti con mi cabeza aprobando que abriría la puerta si o si, tome con mi mano derecha la perilla y le quite el seguro. Abrí lentamente sabiendo lo que sucedería después. - ¡Ayudame Leo! - lo abrase dejando caer mi voz, llena de desilusión y tristeza.

- Por dios que te has hecho Nat. - miró mis manos cubiertas por sangre al igual que mis rodillas. - No te dejes caer, aún me tienes a mi. - acarició mi cabello delicadamenete. - Necesitas limpiar las heridas.

- Ya no queda nada que limpiar todo esta echado a perder ¿entiendes? - me aleje mirando hacia la nada. - Para que vivir así? - León parece alarmarce por mis palabras, me toma de los hombros y me guia hasta la cama, nos sentamos, él busca mi mirada levantando mi cabeza con una de sus manos.

- No digas esas cosas Nat, no te verán caer esos estúpidos.

- Ni me los menciones porque vomitare.

- Nat hoy es un grandioso día, maravilloso como tú.

- Eso no me sirvió de nada, ni siquiera pude conquistar a él. - mi voz se noto apagada al mencionarlo.

- No eres la Natalia que recuerdo haber conocido.

- Ella no volverá jamas. - él limpio con su mano mis mejillas.

- No te mientas a ti misma, eres perfecta y lo sabes. Ellos son la basura no tú.

- Porque me han causado este dolor? yo no les hice nada. - Leo me atrae hacia su cuerpo, inhalo su aroma tan dulce, lloro sin poderlo controlar en sus brazos como si aquel fuera mi unico refugio.

- Vamos a limpiar esto. - señaló a mis manos, fijé mis ojos en los suyos buscando una salida a través de ellos.

Mis manos estan lastimadas por mi estúpida culpa, me lastime yo misma, pasan los días y no quiero presentarme al colegio, estoy segura que reprobare el año si no voy esta semana, una vez que te undes profundo es muy difícil salir. Caí en las redes del alcoholismo, fumo demasiado dejando gotas desender por mis ojos. Leo me apoya junto con Ludmi, Axel, Manuel y Brad, de no ser por ellos no se donde estaria ahora.  Montones de veces Dereck o Bruno quieren verme pero me niego rotundamente, no quiero la lastima de nadie. Ya es suficiente con este dolor que por más que intento no sale, ¿tan enamorada estaba?

Cada día que pasa me duele más la cabeza y el corazón. Aún mis heridas siguen abiertas tanto física como mentalmente.

Me decidí, dare la cara y me enfrentare a las miradas de burla, pena o mucho peores.

Me visto como si fuera un día natural, me maquillo para que no se noten mis ojeras porque a decir verdad últimamente dormir no es posible, busco mi camino para continuar.

- Lista? - Leo.

- Si, se que lo estoy. - ya me encuentro mucho mejor.

- Cada herida sana por completo cuando uno esta convencido. - le sonreí.

Estoy haciendo mi mejor esfuerzo.

Ahora viene la realidad.

¿Estoy lista? no lo se pero eso espero.

Mi Secreto Confidencial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora