En mis manos

Capítulo 14

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Volviendo a los viejos tiempos.
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Salgo a mi balcón y me apoyo en la baranda mirando la hermosa luna.

Antes de recordar todo solía creer que la luna y yo teníamos una conexión especial, porque cada vez que la veía quedaba embobada, hipnotizada. Cuando se lo planteaba a Kate, ella decía que estaba loca y se reía.

¿En qué otras cosas me mentiste, Kitty?

Ahora sé que soy licántropo y entiendo porqué me gustaba tanto la luna. Realmente teníamos la conexión.

Quedo un tiempo así, viendo el oscuro cielo, hasta que siento movimiento a mi lado. Miro a mi izquierda y veo a Ethan en el balcón de la habitación junto a la mía y en la misma posición que yo, nota que lo observo y me mira.

—Hola —lo saludo.

Me da una mirada fugaz y regresa a la luna.

—Hola.

—¿No puedes dormir? —pregunto tratando de sacar un tema de conversación. Me estresa mantenerme callada al lado de alguien. El rubio me mira por un segundo y niega—. Yo tampoco.

Se mantiene en silencio unos segundos hasta que habla finalmente:

—Ya veo —dice tan serio como cuando salió.

Pongo los ojos en blanco.

—¿Y a qué se debe la falta de sueño? —curioseo porque bueno, curiosa es mi segundo nombre

En verdad es Anne, pero no importa.

Además, me incomoda el silencio. O sea, no estamos obligados a tener una conversación pero cuando estás a un metro de alguien y solo son los dos, es bueno hablar. ¿Por qué no?

—No lo sé, no me gusta dormir por las noches.

Alzo una ceja, divertida.

—Creí que eso era de vampiros —bromeo soltando una mini carcajada.

Me enserio enseguida al ver que no se inmutó ni un poquito con mi chiste.

—A los licántropos también nos gusta admirar la noche —dice de la nada, luego me mira—. ¿Y a que se debe tu falta de sueño?

Dudo en contestar, pero al final lo hago.

—Miedo —musito.

Él me mira, curioso; mostrando una expresión por primera vez desde que salió.

—¿Miedo? ¿A qué?

—A los cazadores —murmuro.

—Ellos no pueden hacerte daño aquí.

—Ya lo hicieron una vez —susurro, aunque sé que él me escuchó—. Igual no es a eso a lo que le tengo miedo.

—¿Entonces a qué? —pregunta, volviendo a mirar al cielo.

—Sé que están planeando algo grande. Es decir, no se van a quedar de brazos cruzados cuando hace poco escapé de sus garras —respondo y luego río por la referencia—. Qué irónico sonó eso.

Sonríe apenas.

Está bien, creo que no le gustan las bromas.

Nos quedamos un rato más mirando la luna en silencio, pero no un silencio incómodo, uno relajante. Ethan va hacia la puerta de su habitación y antes de entrar, habla.