Capítulo 32

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Katy y sus conquistas.
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Recopilemos los últimos minutos: le dije a Halsey que era la princesa Rousseau.

Lo que me imaginé que haría: enojarse por habérselo ocultado sabiendo el amor que ella tiene por mi familia y por la manada Real.

Lo que ocurrió:

La niña sonríe ampliamente sorprendiéndome y sale de la cama de un salto.

-¿Qué? ¿Tú... ¿Tú eres Emmaline Leblanc? ¿No te llamabas Emma?

-Line. -continúo aún asombrada por su reacción y la enorme sonrisa que adorna su rostro.

-O sea que sí conozco a la princesa. -reflexiona en voz alta. -Y ella eres tú.

Asiento.

-Exacto.

Halsey abre mucho los ojos y se apresura a hacer una torpe reverencia que me provoca soltar una divertida risa y continúa mirándome, un brillo intenso está presente en sus ojos mientras observa los míos.

-O sea que ella no está en peligro. -su pregunta me trae dudas.

-Eh... -aprieto mis labios. -Creo que no.

-O sea que podemos dejar de buscarte. ¡Tengo que decirle a mi padre! -me alerto.

-Eh... alto ahí. -espeto atropelladamente junto a una risita nerviosa. -No puedes decirle nada a nadie, es un secreto.

Halsey me observa con confusión por unos segundos pero luego asiente, relajándome por completo. No podría permitir que ella vaya con la noticia a su padre, no es el momento adecuado, ni la forma.

-¿Puedo abrazarte? -pregunta de repente. Me agacho hasta quedar a su altura y asiento con una gran sonrisa, la niña se acerca con rapidez a envolverme en sus pequeños brazos.

-Siempre quise conocerte. -susurra con su barbilla descansando en mi hombro. - ¿Puedes enseñarme tu habilidad? WoW, eso sería genial. ¡Di que sí!

-Claro que sí. -contesto divertida. Chilla de felicidad y se separa de mi cuerpo. Su entrecejo se hunde.

-¿Y por qué es un secreto? ¿Por qué no puedo decírselo a nadie? Se pondrían muy felices. -retoma el tema anterior.

Realmente me gustaría decirle la verdad pero no me corresponde contarle que no se puede confiar en todos los licántropos del bosque.

-Yo sé que se pondrían felices pero no pueden enterarse, si lo hacen yo corro peligro.

-¿De los cazadores? -alzo mis cejas con asombro. Vaya, ¿Cómo tiene tanto conocimiento del tema? Asiento con la cabeza y ella vuelve a abrazarme pero con mucha más fuerza, mi corazón se derrite de ternura. -Entonces te prometo que nadie se enterará, no quiero que te lleven otra vez.

Luego de responder millones de preguntas de Halsey, vuelvo a casa, o eso le digo. No se me fue de la cabeza lo que me dijo antes la niña. Confío en mis padres pero me resulta raro que los Rosenzweig tengan libros sobre los Rousseau que ni nosotros tenemos.
Salgo del elevador y me fijo si hay gente en el pasillo, nadie. Igual nunca a hay alguien ya que este pasillo solo lleva a la gran biblioteca. Entro a esta y camino directo a la última góndola, ahí están. Todos los libros Rousseau. He leído unos cinco para Halsey pero eso no es ni la mitad del cuarto.

Veo que están ordenados de más antiguo a más nuevo. Tomo uno y lo leo, historias ficticias sobre mi sangre. Tomo otro y nada, rasgos físicos. Tomo otro y me sorprendo al ver lo viejo que es, ni siquiera debería estar en esta parte con los modernos. Lo observo con más atención y recuerdo que es el mismo que agarré el día que le di clases a Halsey, ese que no se podía abrir. Intento abrirlo pero está como sellado.

En mis manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora