Capítulo 2

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Noche de fuego.
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Salgo de la ducha con la toalla puesta marcando mi esbelta figura y me miro al espejo del baño. Mi cabello oscuro pasa un poco más que mi cintura y cae lacio y firme. Siempre me ha gustado mi pelo, pienso que es lo que más llama la atención en mí. Aunque tengo que admitir que me gusta todo mi físico.

Mi cabello oscuro y mi casi pálida piel hacen un contraste increíble, aunque no parezco Morticia ya que varias pecas descansan en mis mejillas y sobre mi curvada nariz.

Escucho mi celular sonar y salgo del baño, no pudo haber pasado mucho tiempo desde que entré en él, así que Kate no debe ser.

Pero cuando agarro el celular, veo que sí es Kate. Pero es un mensaje de texto.

Lo abro.

Kate:
Al parecer la mentira que le dije a Liam se hizo realidad, mis padres saldrán y me toca cuidar a Sophie. Igual no te creas que faltaré al fogón, cuando me saque a mi hermana de encima, te aviso.

Emmaline:
Bien, espero tu mensaje, querida. ;)

Kate:
No me llames así. Chau.

Emmaline:
Yo digo cuando dejamos de hablar.

Emmaline:
Ahora, conversación finalizada. Chau, querida.

Kate:
Idiota.

Me río y bloqueo mi celular. No me sorprende la repentina salida, los padres de Kate siempre que salen o van a cenar dejan a Sophie —su hermanita— con ella. Y siempre salen, ya que ellos son de esos importantes del pueblo, tienen cenas cada fin de semana. Si un día de estos Kate me dice que se lanzará a la política y que planea gobernar Salem, tendré que fingir la sorpresa.

Me visto con mi pijama azul y bajo a cenar. Intentaré preguntarle a mis padres si puedo, ir ya que sería la opción más fácil y sin ocultar nada. Pero si no me dejan, también iré. Llámenme mala hija, pero cada vez que me dicen que no puedo ir a un lugar, yo me escapo. Tengo hasta un plan para hacerlo sin que se den cuenta.

Cruzo el pasillo que lleva a la cocina y me sorprendo cuando noto que no hay nadie en casa. Reina el silencio.

Hasta que deja de hacerlo. Escucho unas voces. Bastante altas, de hecho. Parece que mis padres están discutiendo.

Me genera curiosidad saber sobre qué pelea, pero al mismo tiempo sé que sería meterme en algo que no me incumbe y que quizás preferirá no oír, entonces entro en duda: ¿Escucho detrás de la puerta o no escucho detrás de la puerta?

Siendo sincera, quiero hacerlo. Pero como eso sería invadir su privacidad y no quiero fallarles demasiado en una sola noche, sigo de largo. Si me lo quieren contar, lo harán luego. Supongo.

Entro a la cocina y abro el horno. Unas papas fritas —aunque no fritas porque mi madre está a dieta— y pollo al horno me reciben listos para ser comidos. Me sirvo al comida en un plato y empiezo a devorarla como si fuera un lobo comiéndose el brazo de un niño.

Tendría que dejar de pensar comparaciones tan extrañas.

Después de cenar sola, ya que mis padres estuvieron todo el rato en la oficina de papá, pongo mi plan en marcha. Falta una hora para que venga Kate por mí, o sea que tengo una hora para vestirme y preguntarles a mis padres.

En mis manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora