En mis manos

Capítulo 12

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Amigos de verdad.
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Han pasado tres días que estoy en el castillo. Me siento feliz y cómoda, me siento verdaderamente en familia. Completa.

En estos tres días lo máximo que he estado haciendo es entrenar con Caleb para poder defenderme. Y lo he logrado, ya sé las cosas básicas pero útiles que me servirán para defensa.

Mi madre dice que aprendí tan rápido porque por la profecía estoy un tanto más desarrollada que el resto en fuerza, poder e inteligencia, más preparada.  Ahora entiendo porque en el colegio tenía las mejores notas y ni siquiera me esforzaba (bueno, y también los licántropos están más desarrollados que los humanos).

El punto es que ahora que sé defenderme un poco, mi padre me dijo que voy a poder ir al colegio al fin. Pero alguno de la manada tiene que acompañarme ya que no se sabe cuando puede aparecer un cazador.

Zack y Alexa se ofrecieron, el pelirrojo dijo que quería conocer humanas nuevas.

Ahora estoy preparándome para ir al instituto. ¡Ya quiero ver a Kate! La extraño mucho y necesito saber si está bien.

Me calcé unas botas de cuero con taco, unos jeans y un suéter rosado claro. Me suelto el largo y oscuro cabello, agarro la nueva mochila y cuadernos que me compraron mis padres y bajo a la sala de estar del primer piso a esperar a Zack y Alexa.

A los minutos llegan.

—¿Listas para estudiar, chicas? —pregunta Zack mientras salimos del enorme castillo, no sin antes recibir un largo sermón de mis padres sobre que tenemos que cuidarnos.

—¿Si viene un cazador? —me preguntó Antoine.

—Lo mato.

—¡No! Llamas a Lexi y Zack para que hagan el trabajo sucio –responde alterado y mi madre se ríe.

—Solo defiéndete y traten de que no digan nada sobre ti.

—Pero desháganse de él -insiste mi padre.

Zack le sonríe.

—Tranquilo, señor, yo nunca dejo un cazador vivo.

—Bien, ¡Diviértanse, chicos!

—¡Pero no llamen mucho la atención, mientras más invisibles mejor!

Esa no fue una conversación muy normal.

Caminamos por el bosque hasta el portal y cuando salimos de la cabaña abandonada nos dirigimos a buscar unos de sus autos. Alexa me dijo que como los autos no podían pasar por el portal, los esconden en una parte del bosque, una que ningún humano va.

Que delicados.

Cuando llegamos a los autos, quedo boquiabierta al ver la cantidad de ellos qué hay, y todos son completamente limpios y nuevos. Zack me mira con diversión y saca sus llaves apuntando a un lado del improvisado estacionamiento.

Una camioneta negra 4x4, como nueva, tintinea sus luces dos veces y hace ese típico sonido de autos para indicar que es abierta. Camino hasta ella con la boca aún abierta, me detengo a su lado y miro a Zack, impresionada.

—¿Esto es tuyo? —pregunto en apenas un murmullo.

Zack infla su pecho orgulloso y asiente. Alexa se recuesta en la camioneta y ríe abiertamente.