El viento soplaba con fuerza, más aún debía de hacerlo con el aterrizaje del jet en el campo verde amarillento por el otoño.
El día apenas empezaba. Para las personas normales, ¿para los AS? O bueno, allí más bien acababa. Los bostezos los delataban a todos. El sueño que los inundaba sin dejarlos en paz.
Cada uno tomó una máscara de dentro de unas pequeñas mochilas que llevaban, realmente pequeñas. Se ocultaban tras rostros de aves, serpientes y lobos. Con brillos de colores plateados y azules, ciertamente si no podían portar el color de su casa o territorio mejor usaban el del reino.
–Bien, aquí vamos –dijo Ylesha con entusiasmo, llenando así al resto con el mismo sentimiento.
La puerta se abrió lentamente, bajando. La luz los impactó a los ojos así que tuvieron que cerrarlos. Pero el mundo de afuera se diferenciaba mucho del bosque, arena y mar que había visto por un mes entero.
Las tiendas de tonos amarillos estaban ubicadas en líneas verticales, desde el punto de vista de Melody. Las banderas del reino ondeaban desde las alturas. Y a su llegada los cuatro lores los recibieron. Cada uno no con armadura, sino con un traje negro lleno de medallas e insignias, con unas hombreras doradas y decoradas finamente, quizás con oro. El cuello de sus camisas en el interior de sus trajes era del color de su territorio, y allí se encontraban tres estrellas doradas, de cinco puntas
Pero ella solo reconoció a Darren y Wender. El Lord de Preland y el de Elidal se veían muy jóvenes, de seguro eran los hijos de los Lores. El primero era una masa de músculos, similar a Irvin, y muy distinto a su gordo padre, en ese sentido. El pelo negro y los ojos gris rojizo. Pero la piel era bronceada, como si pasase mucho tiempo al sol.
Elidal por el contrario era pálido, bajo y delgado, pero con la mirada azul y fría como su padre. El cabello era negro y corto a los lados de la cabeza. Se le veía regio.
Todos llevaban sus relucientes capas con el color de su casa, solo que al estar en guerra sus tonos eran lo suficientemente oscuros como para distinguir el color y casi llegar al negro. Exceptuando al mismo Darren con una capa azabache.
Pero David no traía una capa colgando de su brazo izquierdo. Solo lucía el uniforme militar negro con insignias, unas cuantas líneas rojas pero nada que se notase a distancia y las estrellas en el cuello de la camisa. Aparte de las mismas hombreras de su rango.
–Dime que no olvidaste algo importante –le susurró ella para que solo él la oyese. Pareció comprender al instante.
–Mi cabello y ojos me delatan, tu compañía también. Aparte de ello no necesito nada que demuestre quién soy, nuestro color es la sangre y ella está grabada en cada pedazo de mi mente, y en la de ellos también –dijo mirando como todos volteaban a ellos. Pero el rey no estaba entre ellos.
–Yo desencajo aquí –reclamó ella retrocediendo un paso pero David la tomó del brazo con delicadeza.
–No retrocedas, no les des ese gusto. Avanza cada vez que puedas y ruge al viento y a tus enemigos todo lo que sabes. Ayuda al rey en eso al menos –mencionó con un poco de dolor.
Melody comprendió y aun así no pudo evitar la agitación en su pecho. Podría ser que Warley no estuviese aquí frente a ella, pero tal vez en otro lugar del campo...
–Bienvenidos –comentó Darren sumamente formal y quizás un poco pálido.
–Gracias –respondió David con indiferencia mirando alrededor–. Espero que hayan camas cómodas.
–Las mejores que pueda encontrar en el epicentro de una guerra –respondió Darren, aunque todos esos comentarios estuviesen fuera de lugar.
–Bien, les presento a los AS –extendió un brazo hacia atrás. El grupo enmascarado solo inclinó la cabeza o entrecerraban los ojos, estaban sin duda a la defensiva–. Y verá usted, que son muy quisquillosos, sobre todo con el lugar para dormir.
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Corte de Falsedades
General FictionWarley es el rey de Asder un pequeño reino reconocido ante los demás por su gobernante déspota y al mismo tiempo un guerrero invaluable. Conocerá a una joven llamada Melody a la que le dará trabajo en el castillo, pero ella lo odiará hasta que descu...