Capítulo 21

10 3 0
                                    

Michelle caminaba lentamente hasta su habitación. El traje negro la sofocaba un tanto, pero se sentía segura allí. Abrió la puerta luego de cruzar cientos de pasillos en el primer nivel subterráneo.

"Entre mejor rango o trabajo hagas, más lujosa será tu habitación", así debería ser la frase. Aunque su cuarto fuese digno de estar en la planta de los señores, solo había cinco recámaras así bajo tierra, una de ellas le pertenecía.

Al entrar estaba una pequeña mesa con un sillón negro al lado. Las luces amarillas iluminaban todo a más no poder, resaltaban los dos candelabros. Uno de ellos sobre la cama matrimonial más adelante, frente a esta estaba un pequeño escritorio con su silla, tenía baño propio el cual estaba a un costado de este. Pero lo más llamativo era la pared del fondo, que si bien a un lado estaba el armario, al otro estaba lleno de armas que colgaban de amarres especiales. Pistolas de múltiples tamaños, ganchos para el sistema aéreo de los cielos, y dagas y espadas de múltiples tamaños.

 Pistolas de múltiples tamaños, ganchos para el sistema aéreo de los cielos, y dagas y espadas de múltiples tamaños

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Miró todo en silencio mientras cerraba la puerta y se tiraba sobre la suave cama a mirar el techo. ¿Cómo había conseguido esto? Ayudando a su amiga, ella estaba en las fuerzas de asesinato dentro de Redtict, era parte de los AS. Aunque Michelle lo había perfeccionado siendo una espía y asesina al mismo tiempo, sin hacer tanto silencio como los profesionales, inspirando terror en sus enemigos, justo como una pesadilla.

Tenía dieciocho apenas, pero nadie quitaba todo lo que había pasado desde niña. Su vida en Wender... oh, allí todo se resumía en la palabra "destrucción", cada tres metros encontrabas prostitutas en las calles. Y no había que tratarlas mal, algunas –en sí la mayoría– lo hacían por necesidad, no por gusto. Pero su comandante, el señor Himo Wender, los trataba como se le daba la gana, diría que por poco no estaban como Sligeta, aunque el territorio era más grande en su tierra natal.

Michelle... tal vez si tuviese un verdadero apellido sería el de su padre, nadie más que un hombre adinerado que pasaba por la zona cuando dejó embarazada a su madre. De momento era Michelle Natt, usando el nombre de la casa de su dueña, en aquel momento, claro.

Había sido vendida de niña a una madame del centro de Wender, criada como toda una seductora, asesina y ladrona. Traicionada por su mejor amigo el cual le violó y maltrató. Huyó a Redtict donde apenas sobrevivió gracias a una mujer que decía ser buena, y que realmente lo era. Gracias a ella obtuvo trabajo en la mansión donde se entrenó desde los dieciséis como sombra, y un extra al hacerse amiga de una AS la cual le enseñó cómo matar. Sus enemigos ahora estaban muertos, al menos eso era algo bueno. Un pasado realmente oscuro para ser ahora la amiga de la señorita de la mansión.

–Ah –suspiró.

Y ahora la señorita no era una Redtict, sino una Realdish. Tanto conflicto con los apellidos y ella prácticamente ni tenía.

Se levantó con pesadez y miró aquel frasco de agua sobre su escritorio, con unas rosas tan rojas que le recordaban a la sangre, pero tan bellas como ninguna.

Corte de FalsedadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora