Capítulo 20

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Warley llevaba en cama unos cuantos días, no mucho sin embargo. Aunque había que resaltar su testarudez a la hora de obedecer a su esposa. Había intentado levantarse, al menos para sentarse, y lo había logrado, pero casi se abría su herida.

Valhe había estado con él todo el tiempo, o al menos la mayor parte. Ahora se hacía cargo de su territorio y su presencia era totalmente notoria por la capa vino oscuro que colgaba de su hombro izquierdo por una cinta entrecruzada de cuero que le rodeaba la clavícula, no era muy larga sin embargo, apenas cubría hasta debajo de su cintura.

De Darren no había oído nada desde que a él lo habían trasladado al palacio para su mejor cuidado. Pero se debía suponer que seguía en Valiz alistando todo, de seguro reluciendo su capa igual a la de su hija pero de terciopelo negro.

Y hablando de ella... entró por la puerta hasta llegar al escritorio al lado de la ventana, una pared cubría su visión así que solo la miró cruzar la recámara en silencio. Su mirada estaba vacía y su cabeza baja, algo debió pasar.

–Valhe –llamó él pero fue más un susurro. No había hablado desde el día anterior, era entendible que estuviese ronco.

–Atacaron –dijo ella, aunque él no supo si era una respuesta a su llamado o simplemente le daba la noticia. Maldición, cómo quería levantarse de aquel lugar. Ni siquiera podía ver a Valhe mientras le decía eso–. No teníamos a casi nadie, la mitad de la gente aún no evacuaban, y ellos ya empezaron el ataque.

Sonaba frustrada y con debida razón, aunque él no sabía que a ella le interesase tanto su reino. Creía que solo era una niña mimada de papá que se pasaba su vida rodeada de lujos, esperando en una torre por su príncipe azul.

– ¿Cuántos de nuestro lado? –dijo antes de hacer un esfuerzo por sentarse, si lo hacía podría verla. Puso su mano sobre la herida y aguantó la respiración.

–Con los cien mil que aguardan en Alter ganaríamos con facilidad, pero no podemos disponer de ellos por culpa de que Kateus está arrestado. Solo la guardia aportó cinco mil hombres, aunque eso deja el castillo con solo cien protegiéndolo –un número redundantemente bajo–. Redtict dijo que enviaría dos mil cuando su hijo marche al campo, pero al ser el líder de los AS decidió esperar la respuesta de sus subordinados antes de avanzar, se tomará un tiempo. De Valiz solo podemos sacar mil y de Darren cinco mil. Wender traerá consigo cuatro mil, aunque podemos suponer que no serán hombres bien alimentados o totalmente sanos, aparte de su flota de buques de trecientos barcos.

– ¿Cuántos son? –preguntó cuándo logró sentarse. Valhe estaba de pie frente al escritorio, dándole la espalda.

–Sesenta y dos mil doscientos a nuestra disponibilidad. En el campo solo están seis mil seiscientos en este momento. El enemigo arrasó con cien esta mañana –un número bajo para Tamir, aunque alto para Asder. ¿Con cuántos habría atacado?

– ¿Cuánto tardará Wender en llegar? –preguntó él moviéndose a un lado. Intentaría levantarse, por él, por su gente. No podía estar aquí sin hacer nada.

– ¿Por qué te levantas? –dijo ella sin ánimo al volverse, ¿ya había perdido su preocupación?

–Debo estar allí para ellos –contestó con decisión.

– ¿Y qué hará un herido más en la guerra? –comentó Valhe. Sus ojos inexpresivos tenían un brillo tenebroso en aquel iris del mismo color de la piedra pulida y oscura.

–Estorbar –respondió él cayendo en la cuenta. Tenía una gran idea, pero justo ahora era un estorbo, solo eso. Alguien más a quién alimentar, que solo mandaría a los demás a su muerte.

Corte de FalsedadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora