Capítulo 5

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Warley utilizó un bastón durante al menos una semana, aunque en un principio Melody creyó que era uno común y corriente, luego el rey le aclaró que dentro tenía una espada. Los Lores debían saber qué era exactamente lo que portaba el gobernador, eso evitaba que lo intentaran matar. Aunque sinceramente sería estúpido que lo hicieran frente a todos.

Ella se dio cuenta de que realmente Warley vivía su vida lleno de temor por perder esta, cosa extraña ya que era un guerrero. Tal vez temía ahora por algo que no quería perder. El punto era que el rey nunca estaba desarmado aunque lo aparentara.

Pero ella no podía evitar disfrutar el tiempo que pasaban juntos, hablando a veces en la noche, encontrándose en los pasillos y saludándose. Con cada día que pasaba, Melody se acoplaba mejor al castillo, y ella misma temía por tener que irse. Porque después de todo su odio hacia Warley se había desvanecido fácilmente, por su desconfianza hacia los Lores y las historias que le contaba de ellos.

El sol ya empezaba a caer por el horizonte, la oscuridad en algunas zonas del castillo aumentaron, de cierta manera eso le daba miedo. Cada vez que cruzaba por una parte oscura corría para no pasar lentamente por allí. Entonces apresuró el paso cuando estaba a punto de llegar a la alta ala este, pero un clic metálico la interrumpió.

El frío se sentía muy delgado en su garganta, una mano enguatada le tapaba la boca para que no pudiese producir sonido alguno. Ella intentaba moverse pero era inútil, el hombre había pasado sus brazos por debajo de los de Melody.

–Shhh, quieta –susurró una voz en su oído derecho. Ella intentó gritar pero no logró nada–. No haga ruido, no le haré daño si se comporta –otra vez intentó gritar–. Soy la mejor sombra que pueda encontrar en este castillo –entonces le destapó la boca lentamente, y ella no hizo ruido.

– ¿Qué quiere de mí? –preguntó ella en un susurro, sería inútil huir de una sombra y menos si estaba entrenada como un asesino.

–Simplemente confirmar lo que me dice el cielo nocturno –dijo la voz sumamente masculina. Melody se volteó para ver mejor de quién se trataba. El hombre se mantenía muy bien pese a aparentar tal vez unos cincuenta y algo. El cabello rojo oscuro estaba corto, sus ojos verde oscuro parecían brillar. El resto del cuerpo estaba cubierto de un traje totalmente negro que parecía de gala.

–Lord Redtict –dijo ella con firmeza, evitó a los demás y aquí estaba el dueño de las sombras y el cielo frente a sus ojos–. ¿Qué necesita confirmar?

–Me enteré de que el señor Heyderal estaba interesado en una mujer. Y tenía razón, lo confirmé yo mismo los días siguientes. Así que me presenté para verla directamente. Me gustaría hacer un trato con usted –dijo con una sonrisa y seguridad en su voz.

–No bajaré a Warley de su trono –dijo pero de inmediato notó su error.

–Llamar al rey por su nombre demuestra la confianza que tienen ambos –entrecerró los ojos–. De todos modos no me rebajaría a tal punto, no soy capaz de asesinar a ninguno de la corte con mis manos. Pero verá usted señorita, su parecido conmigo es muy grande –eso la sorprendió así que dio un paso atrás.

–No entiendo de qué habla. Soy pobre, vengo de Sligeta. No tendría por qué parecerse a mí –respondió ella a la defensiva.

–Y su madre era hermosa, sus ojos eran marrones y su cabello igual. Una belleza sin duda alguna –tenía razón, ¿acaso la había investigado?

–Es cierto, ella era muy bella. Pero eso no tiene nada que ver, pudo haberlo averiguado de alguna manera para convencerme de arrojar al rey en sus manos –dijo ella evitando pensar a qué realmente se refería el Lord.

Corte de FalsedadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora