Al fin podía moverse mejor, no es que antes no pudiera, sino más bien no lo dejaban. Valhe en especial acataba todas las órdenes del médico, lo cual Warley no sabía decir si era sorprendente o imposible. De hecho ella se comportaba como... una verdadera esposa.
Se levantó de la cama ese día, tenía mucho papeleo que atender. Wender seguía quejándose una y otra vez sobre la cancelación de los burdeles, decía que muchas personas habían quedado desempleadas. Aunque el asunto era peor, las muertes seguían existiendo, si bien era cierto que habían disminuido. La gente en Wender moría por inanición y todo el dinero desaparecía por obra de magia, pero él tenía una idea de quién estaba detrás de todo, no debía ser más que el mismo comandante del territorio.
Pero ahora con Darren de suegro y todos los Lores en sus respectivos territorios se sentía inútil, totalmente. ¿Qué exactamente debía hacer? ¿Dejar a alguien más a cargo? Pero para empezar, ¿quién? Tal vez Melody sería una gran opción, aunque tuvo que negar de inmediato, el territorio estaba demasiado destruido como para darle semejante trabajo, y tras de eso ella era de la familia Redtict, la hija del Lord.
Suspiró recostándose en el respaldar de su silla.
De pronto algo parecido a un afilado viento voló cerca de su mejilla, ¿qué era eso? Allí en su escritorio frente a él estaba una flecha que clavaba una carta en la madera, las plumas estaban en llamas y se consumían lentamente.
Del susto se alejó y terminó cayendo de espaldas en la silla, debía admitir que se le había salido un grito ronco. Luego corrió hasta la puerta pero su mente procesó todo eso, era una carta del cielo, un mensajero.
– ¿Warley estás bien? –preguntó Valhe abriendo la puerta con una mirada de pánico.
–Sí, sí –dijo él quitándole importancia mientras cubría su visión con su cuerpo para que no mirase aquello.
– ¿Te golpeaste? –respondió ella, entonces vio la carta sin duda.
–Ah... sí..., un poco, no es nada –comentó él dándose por vencido–. ¿Podría salir? Y de todas maneras la próxima vez toque antes de entrar.
–Claro, perdón –dijo ella mientras se retiraba. Sin duda era otra después de la boda.
Un dolor intensó lo abrumó en el costado.
–Maldición –soltó de inmediato al ver el rojo que le mojaba la camisa.
Corrió hasta el baño sacando el botiquín y con sumo cuidado cosió la herida recién abierta. Dolía, no era de hierro, pero al menos no tanto como la primera vez que lo había hecho.
Cuando regresó a la recámara principal la carta estaba a punto de quemarse.
–No –dijo mientras corría hasta ella y soplaba la llama que ya había consumido la mayor parte del astil. Luego tomó la carta y miró el sobre "Arley" decía. Su corazón se emocionó ante eso.
Para Arley:
Siendo sincera no tengo mucho tiempo. Sé que no ha pasado ni siquiera un día desde que me fui pero quisiera que siguiéramos hablando de esta manera, a través de cartas. Estoy viviendo como debes pensar, en la mansión Redtict. Planeo aprender de ellos y ser una sombra, voy a cumplir mi promesa. No puedo dar detalles de nada pues alguien podría obtener este mensaje de alguna manera. Espero noticias si algo sucede, lo mismo de mi parte.
Atte. Melody Redtict Gisfild.
Pd. No olvides que te amo.
Era simple, pero le permitía a él estar seguro de que estaba a salvo, también sabía dónde estaba, y por si fuera poco confirmaba una vez más que ella lo amaba. ¿Pero qué podría responder él? Según la política de los cielo, tenía una hora.
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Corte de Falsedades
Ficción GeneralWarley es el rey de Asder un pequeño reino reconocido ante los demás por su gobernante déspota y al mismo tiempo un guerrero invaluable. Conocerá a una joven llamada Melody a la que le dará trabajo en el castillo, pero ella lo odiará hasta que descu...