Capítulo 18

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–Solo debes tocar este botón –señaló David en su ante brazo.

Justo ahora vestía el "uniforme" de las sombras, aunque según sabía ella, los cielos y los AS tenía diferentes. Al igual que el equipamiento. Un asesino no tendría las armas de un mensajero.

Consistía en un pantalón negro al igual que la blusa de manga larga, todo de un tono tan mate que el brillo casi no se reflejaba, a diferencia de la gabardina del mismo color que cubría todo. Se cerraba al frente con botones que bajaban desde el hombro izquierdo hasta el centro del abdomen. La parte baja era volada como una enagua tipo asimétrica, más baja en la zona trasera, llegando a las rodillas, mientras en el frente era un poco más corta. También tenía las mangas largas pero lo suficientemente flojas para poder recogerlas hacia atrás. Se cerraba a la espalda tipo corsé y un gorro cubría la cabeza en caso de usarlo.

     Ciertamente todo no parecía tan cómodo como era, aunque sería malo para el verano

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Ciertamente todo no parecía tan cómodo como era, aunque sería malo para el verano. En el que justamente estaban. Ahora era de noche pero por el resto del día los rayos de sol eran abundantes y quemaban si te colocabas bajo ellos, o al menos eso creía, no se consideraba fanática del calor. Por algo su padre le decía "melodía de invierno".

La tela gruesa era de un material ultrarresistente capaz de soportar hasta el corte de una puñalada, cosa que no querría experimentar. Por más que aguantase la ropa, el dolor de un golpe delgado y afilado permanecería. Con las balas no se podía hacer nada, su potencia era demasiada para ser contenida con simple tela.

Melody presionó el segundo botón del brazalete adherido a su brazo izquierdo. Otros más en la línea horizontal. Efectivamente una espacie de aro era el que controlaba todo, lo girabas y se ocultaban, de la misma forma al revés.

Su mirada se iluminó de verde, volviendo todo lo negro de un tono gris claro. Las luces encandilaban un poco al igual que los tonos blancos pero nada del otro mundo. Aunque al final todo seguía sumido en el verde.

–Los que tienen ojos azules lo ven todo azul, a nosotros nos tocó el verde natural de la vista nocturna –dijo David encogiéndose de hombros. Era increíble, aunque los lentes de contacto le estorbasen en los ojos, le ardían pero era normal por nunca antes usarlos.

Entre su asombro ondas de un tono más oscuro a lo demás se veían salir de la boca de su maestro.

–Detectan el sonido... –comentó asombrada, solo los mejores tenían eso.

–Mi padre no lo sabe pero... –se acercó a ella de manera que Leo quién entrenaba en un saco de boxeo a lo lejos, no los oyese– Cree un sistema para los AS, mira.

Sacó un encendedor de un bolsillo de su pantalón y lo oprimió, la llama salió como debería, ninguna anormalidad. Luego lo apagó y presionó de nuevo el botón de los lentes, ahora todo era púrpura oscuro con detalles en amarillo y rojo, especialmente en David, encendió de nuevo aquello y el fuego era de un rojo intenso.

Corte de FalsedadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora