Epílogo

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Los niños jugaban un partido de fútbol en la plaza del pueblo. Esta era sencilla, consistiendo en un rectángulo de arena, con una simple gradería de concreto a un lado, mayor cosa no tenía, solo una que otra línea profunda, hecha con una rama, que demarcaban las zonas importantes.

Dado que Melody era una persona adulta, y el resto eran unos niños, de entre siete y nueve años, ella se encontraba atajando un marco. Y pese a que no jugaba en serio, fingía hacerlo para que ellos no se enojasen. Aunque bueno, después de todo no era tan buena en este tipo de deportes.

Un niño especialmente alto se acercó a ella con la pelota, así que ella se agachó ligeramente, para luego lanzarse a la derecha, atrapando el tiro que hizo el niño, luego se la pasó a otro. Por alguna razón cada vez que compartía así con la gente, la sonrisa no se borraba de su faz.

Aunque en cierto punto, todos se detuvieron y miraron a la derecha de la plaza, así que ella hizo lo mismo. Allí estaba Ferran de pie, asándose bajo el sol con su traje negro y dorado, su mirada seria resultaba aterradora, aunque Melody estaba acostumbrada por lo que se acercó sin borrar su sonrisa.

–Majestad –dijo él con una reverencia.

– ¿Qué pasa, Ferran? –preguntó ella con dulzura. Entonces él la miró a los ojos.

Después de todo Ferran no se consideraba tan fuerte, ¿cómo le iba a decir? ¿Simple sinceridad? ¿Yendo al grano de una sola vez? O ¿rodeando el tema?

–Sayf... –apretó los dientes durante un momento, y susurró lo más suave que pudo– atacó un pueblo en la frontera, mataron a todos, destruyeron sus casas con catapultas y rocas, y dejaron la cabeza de uno de ellos en una fuente, con un mensaje. Decía "no les daré mi reino, tómenlo por la fuerza si su deseo es intenso" –consiguió decir. Maldiciéndose luego por su extrema sinceridad.

Él era el AS más fuerte después de David e Ylesha, pero no podía evitar tener miedo de Melody, bueno no a ella... sino a su lado de "reina".

Ella mantuvo la misma expresión, dulce y sonriente, aunque con sudor bajando por su frente por el sol, y quizás por el ejercicio. Ferran al verla así temió que no lo escuchase y le hiciese repetir aquello. Pero en ese momento ella se volteó y se acuclilló, mirando a los niños con ternura y amor.

–Aldhahab 'iilaa almanzil yukhbir walidatik bieadam alsamah li'ayi shakhs bialkhuruj –dijo ella en el idioma de ellos, aunque sonaba mucho más lamentable que los nativos hablando la lengua de Melody. Pero al menos entendieron, ya que echaron a correr rumbo al pueblo momentos después.

– ¿Qué les dijiste? –preguntó Ferran cuando ella se hubo puesto en pie. Aún le resultaba difícil el idioma, de hecho, solo entendía términos de guerra.

–Que se fueran a casa, y les dijeran a sus madres que nadie debía salir –Melody caminó entonces rumbo al pueblo.

Algo interesante es que, con todas las clases que Melody recibió por parte de Leo, ella ahora no podía caminar de manera normal, solo con la espalda recta y con una lentitud prudente. Ferran se posicionó a su lado, y un momento después lamentó hacerlo.

El rostro de la reina era oscuro, no por alguna clase de bronceado, ni mucho menos. La sonrisa de hace un momento parecía un espejismo justo ahora, ya que no había ni rastro de ella. Sus ojos verdes se veían extrañamente opacos, sin brillo alguno. Y en general todo su rostro mantenía el mismo patrón, creando un aire que inspiraba miedo tras ella. Pero era su deber mantenerse firme, como Comandante General del Ejército de la Reina, que era ahora.

Ya en el pueblo, la gente al verla cerraba las ventanas y puertas, al parecer el rumor de los niños se había esparcido rápidamente, y el ritmo del caminar de Melody ayudó con esto.

Corte de FalsedadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora