Sé que es más cálido donde estás y qué es más seguro a tu lado, pero en este momento no puedo ser lo que quieres, sólo dame tiempo.
Si tú y yo podemos pasar la noche, si tu y yo podemos mantener vivo nuestro amor, lucharemos.
Podemos encontrarnos en...
Me desperté sintiendo una mano en mi cintura, gire poco a poco para ver a Natasha, tranquilamente durmiendo, como un bebé.
Sonreí y quite su mano, mire la hora en el reloj de la pared, era temprano, me levanté de la cama con cuidado, hacia un poco de calor así qué abrí la puerta y salí de la habitación.
Fui al comedor y me preparé un poco de café, mirando por la ventana el paisaje.
Solte un suspiro mirando como el sol comenzaba a salir, deje la taza en la mesa y camine con lentitud hacia la puerta.
Mis pies estaban descalzos, solo tenía un short y una blusa blanca de tirantes, mi cabellera recogida en una desordenada coleta.
Sali al exterior sintiendo la suave brisa en mi rostro, sonrei y baje las escaleras de madera, mire hacia adelante al pequeño lago.
Mis dedos se enterraban en el pasto a cada paso que daba, amaba la naturaleza y amaba el lugar en donde vivía.
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Las cosas eran muy diferentes ahora, las cosas habían sido de alguna manera turbias para mi, pero a pesar de todo eso consigui estar en donde estoy ahora.
Tome la pequeña pelota con una figura de pato en medio, sonrie de lado mirándola en mi mano, el sol comenzaba a salir.
Recuerdo como el universo me había quitado algunas personas qué amaba con mi corazón.
Pero también recuerdo el momento en qué conocí aquella mujer.
Aquella mujer tan rota, esa mujer tan dura y fría quien no sabía amar y en la cual solo consideraba amigos a muy pocos.
Nunca imagine enamorarme tan profundo de otra persona como lo hice con ella, ambas nos conocimos cuando estabamos rotas a nuestra manera.
Para ella el amor era juego de niños y para mí, el amor era solo un espejismo.
Ninguna de las dos pensamos en amarnos con intensidad, en hacer lo que fuera por qué la otra estuviera bien.
Nuestra relación empezó siendo compañeras de equipo, después a amigas para después decir qué formamos un lazo convirtiéndonos en mejores amigas.
Y con el paso de los dias, nos volvimos íntimas, con pequeños gestos, enamorándonos lentamente sin darnos cuenta, queriéndonos a pesar que ninguna estaba completa.
Lo qué antes para ella el amor era juego de niños, se convirtió en su juego, un juego del qué no quería salir.
Mientras qué para mí, el amor era un espejismo, me di cuenta que quería vivir en ese espejismo para siempre.
Era una relación hermosa, admirable para los demás o eso decían ellos, ambas somos fuertes aunque como toda relación había discusiones pero nada qué pudiera separarnos
