Sé que es más cálido donde estás y qué es más seguro a tu lado, pero en este momento no puedo ser lo que quieres, sólo dame tiempo.
Si tú y yo podemos pasar la noche, si tu y yo podemos mantener vivo nuestro amor, lucharemos.
Podemos encontrarnos en...
-¿Qué te pasa? ¿Tienes piojos? ¿Se te puede pegar los piojos? Dime, qué no quiero que me los contaguies-. Dije mirando a Rocket quien se tallaba el rostro.
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-¡Era una grosera! Eres tan dramática-. Gruñó Rocket tratando de darme una patada.
-Como sea... No me pegues los piojos, espero qué no tarden, cuando le dije a Carol que me ayudara, no lo hice para que los llamará también a ustedes-. Gruñi cruzandome de brazos.
-Perdona alteza pero somos un equipo, somos todos o nada... Solo no le digas a mi otro equipo, esto de tener dos equipos es complicado-. Dijo Rocket tomando asiento en un banco.
-Complicado es andar con un mapache hablador y que la gente te mire-. Dije con burla recargandome en el barandal.
-Sigue así y te mataré-. Dijo Rocket y yo rei sentándome a su lado.
-No es cierto pequeñín, ven acá... Dame un abrazo-. Dije abrazándolo a mí con fuerza.
-¡Sueltame!-. Gruñó y yo rei levantándome.
-Admite que te gustan los abrazos, eres tan abrazable-. Dije volviendo a recargarme en el barandal.
-Y tú eres tan golpeable-. Dijo Rocket y yo asentí de acuerdo con eso.
-Mira pero si ya las encontré a las condenadas... ¡Mira Rocket!-. Le grité y el corrió asomarse.
Carol y Brunilda estaban en el piso de abajo, riendo y coqueteando entre ellas, perdiendo el tiempo como siempre.
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-¡Idiotas! ¡Vengan aquí ahora!-. Grité haciendo que ambas girarán a verme.
-¡¿Aquien le dices idiota?! Tú eres la número uno-. Gritó Brunilda enseñándome el dedo grosero.
Rodé los ojos viéndolas caminar hacia las escaleras eléctricas, las maldije, ahora todo mundo se daría cuenta que hago aquí.
Camine junto a Rocket hacia las escaleras, no podía hacerlo en ese centro comercial, les dije claramente que vinieran personificadas.